Libros
José Luis Alvite: «No puedes hacer nada para evitar la depresión»
Entrevista por José Antonio Naranjo
-Dicen que sus columnas son tan buenas que parecen cuentos. ¿Qué cree?
-Son pequeñas historias, apuntes de personajes. El espacio es muy pequeño para desarrollar una historia adecuadamente, de manera convencional.
-¿Todo antes que ser políticamente correcto?
-Lo políticamente correcto no lo entendí ni cuando era niño. Siempre fui algo despegado de la familia, propenso a la soledad y la soledad acarrea indisciplina y una pizca de misantropía, como un ermitaño.
-En sus relatos aparece el tabaco, el alcohol, las mujeres de mala vida… lo ve la ministra de Sanidad y hay que ingresarla.
-Si lo ve Leire Pajín me llevo un disgusto. Espero que no me lea alguien como ella.
-¿Es aficionado al deporte?
-Soy espectador aficionado al deporte. De adolescente quise ser boxeador, es mi asignatura pendiente, pero sólo se me daba bien la teoría, me di cuenta cuando llegaron los primeros golpes. Yo he sido admirador de Cassius Clay, era tan elegante en el ring que su forma de pelear más que boxeo parecía alta costura.
-¿Para cuándo una novela?
-Una novela larga la veo tan complicada como un matrimonio prolongado. Yo soy trabajador, pero a mi aire: me siento, paro, me voy, desaparezco, vuelvo…. La novela me apasiona y siempre la tengo en la cabeza, pero el culo en la silla me duele demasiado.
-Sus personajes son depresivos. ¿Usted también?
-Yo la he padecido dos veces y estuve apartado de la circulación dos años y medio. La depresión es algo tan inexplicable, tan amargo, tan desesperante que ni se puede describir. Cuando se sale de ella se sabe que se viene de un sitio malo, pero ni siquiera se recuerda bien lo malo que era el lugar. Es como cuando vas a un cine, sabes que hay gente y butacas pero no recuerdas como era la sala porque no había luz. Creo que la depresión es algo parecido.
-¿Por qué se llega?
-No se sabe. Sabes que estás llegando porque la ves venir, pero no puedes hacer nada por pararla porque no conoces los motivos por los que llega.
-¿Viviría en una capital?
-A mí la capital me gusta como a los paletos, para estar de paso y pecar, pero vivir en ella me resultaría muy difícil. A mi edad ya es difícil casi todo.
-Usted vive junto al mar, pero éste aparece poco en su obra. ¿Por qué?
-Todas las mañanas voy a verlo, pero apenas salgo del coche, lo miro desde la ventanilla, como si fuera una pantalla. Dejé de nadar hace tiempo. Creo que ya ni floto. Un día no le vi sentido a nadar, a sudar dentro del agua, y entonces dejé de frecuentar el mar.
A VUELA PLUMA
Acaba de salir «Humo en la recámara», el cuarto libro de José Luis Alvite, una recopilación de sus últimas columnas -aunque, como dice un amigo mío, éste no escribe columnas, escribe novelas de folio y medio-. Alguien le bautizó como «el rey de la metáfora», y su talento es tan grande que más que frases escribe greguerías encadenadas dentro de un contexto.
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