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Carismático y trabajador por Carmen Gurruchaga
Madrid- El candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía inició su trayectoria política en las filas de UCD, cuando era un joven veinteañero lleno de ilusiones por democratizar una España recién salida de la dictadura. Cuando UCD desapareció, se afilió al PDP de Oscar Alzaga y con 26 años fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, la ciudad en la que reside con su mujer y sus tres hijos y en la que se licenció en Derecho. También ocupó una silla en el Parlamento andaluz y desde la refundación del centro-derecha en la capital hispalense, en 1989, ha sido casi de todo, incluido el cargo de secretario general que ocupó en la segunda legislatura de Aznar, hasta 2003. Tiene un don de gentes muy desarrollado, lo que le hace mantener buenas relaciones con todo el mundo. Si alguien se lleva mal con Javier Arenas será porque se empeña mucho en ello y no porque el político andaluz se lo ponga fácil. Dentro de su formación política siempre ha tenido mucha influencia; la tuvo con Aznar y la tiene con Mariano Rajoy, con el que se entiende magníficamente. Ambos fueron ministros en los gobiernos de Aznar y se conocen muy bien. Contrariamente a lo que muchos piensan de él, Arenas no es un señorito andaluz, sino un trabajador infatigable. Estos últimos ocho años se ha pateado Andalucía pueblo a pueblo y, en muchos casos, acompañado del actual presidente del Gobierno. Charla con la misma naturalidad con un campesino, con un peón de albañil, con el presidente de una entidad financiera o con un relevante político. Nadie duda de que el 25 de marzo ganará las elecciones con gran diferencia sobre el PSOE. Pero, ¿tendrá la mayoría absoluta? Dicen que a la cuarta va la vencida.
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