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Audrey actriz casual

En el libro publicado por Taschen sobre Hepburn se cuenta que se dedicó a la interpretación por otras frustraciones profesionales

Audrey actriz casual
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Nacida en una familia vinculada con la aristocracia holandesa y la casa real británica, Audrey Kathleen Ruston –lo del Hepburn vendría más adelante– no fue educada para convertirse en actriz. Teniendo en cuenta las simpatías nada ocultas por el nacionalsocialismo alemán que manifestaban sus padres, teóricamente tendría que haberse convertido en una paridora de niños pertenecientes a la raza superior.

Sin embargo, en 1935 sus padres se separaron y Audrey fue a parar a una elitista academia femenina en la que permaneció hasta 1938. En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, su madre y dos hermanastros se la llevaron a Holanda en la confianza de que esta nación resultaría más segura ya que había logrado salvarse de la Gran Guerra.

Durante esos años, Audrey fue educada para convertirse en bailarina de ballet. Que Audrey tenía talento parece fuera de duda a juzgar por los testimonios de los que la conocieron. Convertida en precoz bailarina, donaba el poco dinero que ganaba a la resistencia holandesa. Sin embargo, en aquella Holanda finalmente invadida por la Wehrmacht, el hambre acabó convirtiéndose en una realidad cotidiana.

Especialmente duro resultó el invierno de 1944. Presa del frío y de la necesidad, los holandeses llegaron a comer tulipanes y Audrey además tuvo que asistir al terrible espectáculo de ver cómo la población de Arnhem, en la que residía, se transformaba en escenario de la conocida –y fallida– operación Market Garden, la del puente demasiado lejano.

Mientras su tío y un primo de su madre eran fusilados por los alemanes y su hermano Ian era enviado a un campo de concentración, Audrey sufrió tal hambre que le provocó, primero, anemia y después problemas respiratorios. Audrey se compararía después con Ana Frank –que tenía exactamente la misma edad que ella– y cuando en 1947 leyó su diario se sintió sobrecogida por los paralelismos.

A diferencia de la desdichada niña judía, Audrey sobrevivió, aunque, en cierta ocasión, al consumir un bote entero de leche condensada cayó enferma, esta vez, por exceso de azúcar. Aún pensaba Audrey que podría ser bailarina y en 1945 se trasladó a Amsterdam para ser enseñada por Sonia Gaskell. Tres años después, se encontraba en Londres siendo su maestra Marie Rambert. Sin embargo, las carencias nutritivas durante la guerra habían marcado tanto su organismo que dejaron de manifiesto que no podría ser nunca una primera bailarina.

Intentó entonces ser maniquí, pero también la necesidad económica la llevó a abandonar el empeño. Se encaminó entonces a la interpretación. Al principio, se trató únicamente de papeles de figurante en películas de segunda categoría, pero en 1951 se presentó al reparto del musical «Gigi» de Lerner y Loewe.

Al contemplarla, Colette, la autora de la novela en la que se inspiraba la obra, dijo: «¡Voilá! Ésta es nuestra Gigi!». A partir de entonces, Audrey Hepburn se convertiría definitivamente en actriz, aunque, alguna vez, acariciara el ballet –interpretó ese papel en «Secret People»– y dictara todo un estilo que influyó más que no pocas modelos profesionales. Tanto el ballet como la pasarela habían pasado a ser dos carreras frustradas.