Sevilla

Santa Catalina no tiene novios

 El arquitecto Francisco Granero insta a comenzar la rehabilitación integral «inmediatamente después» de la actuación en las cubiertas 

Aspecto que presentan las cubiertas de la iglesia de Santa Catalina, cerrada al culto desde 2004
Aspecto que presentan las cubiertas de la iglesia de Santa Catalina, cerrada al culto desde 2004larazon

Santa Catalina quiere mirarse en el espejo del Salvador, pero las administraciones y la crisis se lo impiden. Seis años después de su cierre al culto, el templo mudéjar registra actuaciones en la cubierta, la zona que más ha acusado el paso del tiempo. Pero el ritmo de los trabajos es demasiado lento y las incertidumbres siguen sin aclararse. Diariamente trabajan en la parte alta de la iglesia 15 albañiles, que ya han colocado las vigas de madera laterales.Ayer, el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, y el arzobispo, Juan José Asenjo, visitaron las obras, junto a otros representantes municipales y de la Junta. Subieron al campanario, se hicieron la foto y se fueron sin explicar los compromisos financieros que necesita el templo. El Ayuntamiento y la Junta han aportado un millón de euros para la restauración de la cubierta y la redacción del proyecto integral. En octubre, previsiblemente, acabará la actuación. Mientras, el arquitecto, Francisco Granero, ya piensa en la rehabilitación integral, cuya financiación está más en el aire que nunca porque las administraciones no aclaran sus aportaciones –tan sólo el Consistorio promete 300.000 euros– y la ayuda privada ni está ni se le espera. Mañana, Granero entregará en el Arzobispado un avance de la actuación integral, que estará proyectada al detalle a finales de año. El coste del montante de las obras, a su juicio, rondará los cuatro millones de euros y la duración podría superar los 20 meses.Sin embargo, la principal duda que planea ahora sobre los responsables del proyecto es qué pasará una vez terminada la cubierta, puesto que un nuevo parón podría afectar gravemente al templo. «Lógicamente, mientras antes se empiece mejor para todos, sobre todo para el edificio», sostiene Granero, al tiempo que advierte de que «el paso del tiempo lo único que hace es degradar un edificio con tantas necesidades como éste».La experiencia sobre las cubiertas ya le ha deparado al equipo técnico alguna «sorpresa desagradable». En 2006 se colocaron chapas metálicas para proteger la estructura. En enero de este año se quitaron y «nos dimos cuenta de que en esos cuatro años las maderas habían sido mucho más dañadas», señala el arquitecto. Por ello, advierte: «Si no se empieza en un plazo inmediato empezarán a aparecer más grietas de las que hay, las humedades dañarán los morteros y se debilitarán los muros».

 

Respetando la armadura de época mudéjarLa actuación en la cubierta se está desarrollando sin desmontar la armadura original de madera, de época mudéjar. «Intentamos respetar la filosofía de las intervenciones del siglo XIV», asegura el arquitecto Francisco Granero, quien confirma que «sólo hemos sustituido aquellas piezas de madera que estaban en mal estado». Ya han sido cambiados los faldones de las cubiertas de la nave central a dos aguas y de las naves laterales, hasta el límite con el presbiterio.