Zaragoza
Brutal cornada en la cara a Padilla
- Zaragoza. Segunda de la Feria de El Pilar. Se lidiaron toros de Ana Romero y un sobrero tris de Los Bayones (3º), desiguales de presentación y de mal juego en conjunto. Un cuarto de entrada.- Juan José Padilla, de fucsia y oro, pinchazo, estocada (silencio); herido. - Miguel Abellán, de blanco y plata, pinchazo hondo, estocada (saludos); pinchazo, estocada que hace guardia, pinchazo, estocada (silencio) en el toro de Juan José Padilla; pinchazo, bajonazo, descabello (silencio). - Iván Fandiño, de caña y oro, dos pinchazos, cuatro descabellos (silencio); pinchazo, estocada, aviso, descabello (saludos).
Sobrecogidos. El alma en un puño. El silencio que se espesa para dar paso al miedo. Pánico. Terror. Cuántas caras tiene el drama. Todas las vimos ayer en la carne desgarrada de Juan José Padilla. Ninguna quisiéramos haber visto. Pareaba al cuarto toro Padilla mientras naufragábamos en la tarde: malos toros, muchos sobreros, cuentas mal dadas, el no toreo en apogeo. Y Padilla sabía que el toro que tenía delante no se lo quería poner fácil. Que asomarse al balcón entraba dentro de la épica. Y lo hizo. Como si en juego estuviera su honor en el ocaso de la temporada. Empañada con sangre, marchita, hiriente. Aún duele pasado el tiempo, dolerá mañana hasta en el recuerdo. Fue en el tercer par, tan ajustado, que el pitón le alcanzó para desestabilizarle y en el suelo, sobre la arena de la calle de La Misericordia, la fatalidad se hizo dueña. Las imágenes hablan. El toreo calla. La cara, mejilla, el ojo... y un impacto del que fuimos/somos/seremos presa. Corrieron a la enfermería, donde llegó consciente, su mujer, sus hijos en la mente y una frase que lo refleja toda: «si la vida ya me ha dado demasiado». El tiempo justo para intubarle ante síntomas de asfixia y llevarle al hospital. En el ruedo había quedado Miguel Abellán, roto, perturbado ante la impresión de lo que acababa de ocurrir en el ruedo, y con las lágrimas asomándose a sus ojos. Y todavía el público le pitó cuando se dispuso a meter la espada, sin faena de por medio. Amargo final. El resto de la corrida se nos hizo un espejismo. Lo que el ojo no había visto lo quisimos encontrar en la imagen. Durísimas fotografías, atisbos de lo que podía llevar. Rumores que se confirmaban. Muerto el sexto, a la media vuelta de cumplir los seis años y con el que Fandiño lo dio todo, aunque nada mereciera el toro, llegamos hasta el hospital. Impactante el aplomo de Diego Robles, el hombre de confianza de Juan José Padilla, mientras llegaban salpicadas las noticias. «Esto no tiene buena pinta». El ojo y todo lo que envuelve al pómulo tiene destrozos brutales, apuntaron los médicos. Ya reunidos, cada uno en su especialidad, para intervenir al torero gaditano. En sus manos le dejamos.
La corrida de Ana Romero lo tuvo todo de falta de casta, de entrega, de escasez de claridad. Y a uno, el segundo, que lo echaron para atrás por fuerza, le sustituyó hasta dos sobreros de Los Bayones que dieron continuidad a la pobreza. Héroes de carne y hueso les plantaron cara. Miguel Abellán e Iván Fandiño. Esto no se entiende si el toreo no te atrapa el alma.
Lesiones en el oído y el ojo
Una vez trasladado al Hospital Miguel Servet, donde fue operado y se descartaron daños cerebrales con un TAC, el doctor Carlos Valcarreres ofreció el primer parte tras su exploración inicial en la propia enfermería para estabilizar a Padilla: «Herida por asta de toro que produce un grave traumatismo craneofacial, con lesión del aparato auditivo y del ojo izquierdo, laceración profunda e intubación orotraqueal». Pronóstico «muy grave».
El cartel de hoy
Toros de la ganadería de Antonio Bañuelos para los diestros Serafín Marín, Alberto Álvarez y David Mora
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