Manhattan

Foster: «A veces creo que veo cosas que otros no ven»

Elena Ochoa dirige la comitiva de Norman Foster, está pendiente de cada detalle: sugiere, manda, rectifica... La película es algo más personal que el legado de su marido, ha sido parte de su trabajo durante dos años, los que han empleado Norberto López Amado y Carlos Carcas en seguir el rastro que el arquitecto ha dejado por el mundo.

Foster: «A veces creo que veo cosas que otros no ven»
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No hay ningún tipo de ahorro en esta producción, que ya pasó por el Festival de Berlín, entre otros: ni en medios, con un despliegue audiovisual que permite ver los edificios de Foster desde todas las perspectivas; ni en piropos, pues el tono hagiográfico también es evidente. Para muestra un botón: las críticas a Foster se despachan en una línea del guión. La intención es mostrar a un hombre que, desde sus orígenes humildes en Manchester, se ha hecho a sí mismo, además de desmenuzar su filosofía vital y profesional. La primera imagen del filme, que es una cita del propio artista, da una pista: «Todo me inspira. A veces creo que veo cosas que otros no ven». En la conversación cercana, Foster no puede ser más amable y expansivo, dentro de la corrección de un gentleman inglés. «Hay que pensar que todo es posible», nos resume como motor de su conducta.

En el filme comprendemos que parte de la obsesión constructiva por aligerar materiales se debe a la vocación de piloto del protagonista, como si quisiera que sus construcciones también pudieran volar. Una de las palabras que más se repiten es «sostenibilidad», como si el ahorro de energía y el impacto menor posible en el medio hubieran sido una preocupación siempre para Foster, antes del «boom» de la ecología. Aprendemos también la diferencia entre escala y tamaño, el truco para haber logrado colar un rascacielos menor en Manhattan como si fuera uno de los más interesantes del skyline. Recuerda a sus maestros Richard Rogers y Buckminster Fuller, quien un día le puso en el brete de preguntarle: ¿Cuánto pesa su edificio?, que ha quedado como título.

También resulta fundamental para Foster la «sinergia» entre sus paredes y los muebles y la decoración que albergan dentro, por eso, confiesa que «visito algunas de mis construcciones, pero no sistemáticamente. Muchas veces cuando hay un cambio de dirección en las instituciones dejan de seguir mis indicaciones». Nos confirma que está dándole vueltas a cómo rebajar los costes de su proyecto para el Camp Nou, pues desea dejar su sello en la sede del Barça.