Crisis del PSOE

Alarma sin portadas

La Razón
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Agonizaba el Gobierno tras una semana negra y, por ensalmo, recobró una firmeza desconocida, insólita en democracia, para hacer frente a un chantaje intolerable. Con Rubalcaba al frente. Precisamente él, que cedió al de De Juana con su huelguita de hambre a base de jamón york y sexo consentido en el hospital. Pero ahora toca lo contrario y la combinación de chulería y torpeza de los controladores le ofreció la oportunidad de demostrar a una mayoría desafecta que aquí hay un Gobierno que gobierna. Con determinación. Caiga quien caiga.
Y quienes cayeron eran presa fácil, pero trofeo de prestigio: los profesionales más aborrecidos por una sociedad que, enferma de igualitarismo, identifica cualquier salario alto con un privilegio. Nadie como el socialismo ha conseguido hacer de la envidia un programa político. Y condenados en un «auto de fe» ante una opinión pública agitada, pocos reparan en las razones de estos herejes, que algunas tienen (y poderosas), aunque no hayan sabido defenderlas. Triunfo de la propaganda: el Gobierno es capaz de resolver una crisis nacional con respaldo generalizado. ¿A que suena bien?
Poco importa que el mismo día que los controladores se hundieron para siempre en su irresponsabilidad, Zapatero volviera a traicionar la palabra dada («No se va a reducir ni una de las prestaciones sociales para mejorar la cohesión de este país») suprimiendo la ayuda de 420 euros. Cerca de dos millones de españoles en paro deberán apañárselas ahora para sobrevivir sin prestación alguna. Y nadie se alarma. Los controladores les han dejado sin portadas. Un éxito de quien para operaciones especiales como ésta llegó a Moncloa.