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«La primera persona que pisará Marte tiene ahora 10 años»
Diego Urbina y Romain Charles / Participantes del experimento Mars500
Madrid- Han sido «sólo» 520 días de aislamiento, pero los seis participantes del experimento Mars500 han celebrado tres años nuevos: el occidental, el ruso y el chino. Las diferencias culturales, la incomunicación, la rutina y la ausencia de luz solar fueron algunas de las barreras que tuvo que superar la tripulación. Misión cumplida: tras simular durante casi año y medio un viaje a Marte en el Instituto de Problemas Médicos y Biológicos (IMBP) de Moscú, parece que, al menos en el plano psicológico, el ser humano está preparado para pisar el planeta rojo. El ítalo-colombiano Diego Urbina y el francés Romain Charles relatan su experiencia.
–Pese a ser una simulación, ¿en algún momento tuvieron la sensación de viajar por el espacio?
–Romain Charles: Cuando vi a Diego Urbina y a Alexandre Smoleevskiy «caminar» sobre Marte, me dije: «Éste es el momento». Me sentí muy lejos. Fue como estar en el desierto o en las montañas.
–Otro momento realista debió ser la vuelta a casa, la sensación de volver a la normalidad.
–Diego Urbina: Lo primero que quería hacer al regresar a casa era montar en una montaña rusa, después de haber estado tanto tiempo estático. Pero ha habido cosas muy simples que me han emocionado mucho: la primera vez que vi a un perro, volver a ver a un bebé. Fue impresionante.
–Año y medio sin ver la luz del sol. ¿Cómo fue descubrirla de nuevo?
–D. U.: Impresionante. Al finalizar la misión, nos hacían los chequeos médicos. Era un día nublado en Moscú pero, casi sin darme cuenta, vi mi sombra proyectada en una pared. «Por fin voy a ver la luz del sol», me dije. Me giré y nunca lo olvidaré.
–Se ha comparado al Mars500 con «Gran Hermano». ¿Ven semejanzas con el «reality»?
–D. U: Es muy diferente. Allí buscan el espectáculo con la situación más caótica posible para tener audiencia. Nuestra filosofía era la contraria. Si Mars500 hubiera sido un «reality» no habría tenido audiencia.
–¿Hubo «roces» entre ustedes?
–R. C.: La mayor diferencia fueron los aspectos culturales. Soy francés y me gusta hablar mientras como en el almuerzo. Sin embargo, otros tienen la costumbre de comer en silencio. En la mesa, yo le hablaba a un compañero ruso, pero él o no me respondía o lo hacía rápido y mal. Días después me dijo: «Déjame, estoy comiendo y me estás molestando». Llegamos a un acuerdo: el comía primero, acababa, y después nos sentábamos el resto a la mesa.
–Suele decirse que el ser humano que pise Marte ya ha nacido. ¿Qué edad cree que tendrá ahora?
–D. U.: No soy un profeta, pero yo diría que ya está en la escuela y que ahora podría tener 10 años.
–Si algo malo le sucedía a alguien de su entorno, los responsables del proyecto les daban a elegir entre informarles o no. ¿Qué opción eligió?
–R. C.: Yo quería saberlo. Imagine que, un año después de que suceda, te dicen que tus padres han muerto. Afortunadamente, no ocurrió ninguna desgracia.
«No tener novia ayuda»
Urbina y Charles, ingenieros de 28 y 33 años respectivamente, fueron seleccionados entre 6.000 candidatos de la Agencia Especial Europea (ESA) por su capacidad psicológica para adaptarse al aislamiento. Confiesan que han sufrido «altos y bajos», pero nunca pensaron en abandonar. «Quizá, no tener pareja me facilitó la misión», dice Urbina. «Otros miembros tenían esposa, hijos... Nuestro doctor, Kamolov, ha visto crecer a sus hijos por foto», añade. Ni que decir tiene que lo primero que hizo Charles al acabar la misión fue besar a su novia.
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