Cataluña

El socialismo varado por Martín Prieto

El PSOE ha llegado a un punto límite para su salvación, pero también para la salvación de la democracia. Ahora nos falta un referente de una izquierda nacional y moderada

¿Cuál es el rumbo de Rubalcaba? Muchos votantes del PSOE siguen esperando una explicación de la pérdida de poder municipal, autonómico y estatal
¿Cuál es el rumbo de Rubalcaba? Muchos votantes del PSOE siguen esperando una explicación de la pérdida de poder municipal, autonómico y estatallarazon

«El camino de vuelta», de Joaquín Leguina, es la primera reflexión crítica desde dentro del socialismo español. Como acostumbra, calla bastante más de lo que dice y habrá que esperar a su próximo libro sobre Rodríguez Zapatero para terminar de espeluznarnos. No cuenta una anécdota mínima y riente de cuando presidía la Comunidad de Madrid y fue a Moncloa a explicarle a González un impuesto rasante que iba a aplicar a sus gobernados. Felipe entonces sacaba a pasear a los visitantes a los jardines y les enseñaba los bonsáis. «Dios» se detuvo en la umbría con una pregunta inquietante:

–Joaquín, ¿tú follas?

–Presidente, se me ha olvidado hasta la postura.

Así acabó la ballena socialista entre la frivolidad y una ideologización de papel maché. No recuerdo en que novela de Vargas Llosa un personaje pregunta a los contertulios del bar: «¿Y cuándo comenzó a joderse el Perú?» Es una interrogante que ya podemos ir haciéndonos porque el destartale de España es fecha reciente, de esta generación, y comenzó cuando cualquiera pudo acceder a la presidencia del Gobierno sin examen psicotécnico previo exigible para una escopeta de caza. Pasados nueve meses (el tiempo para hacer un hombre), ciudadanos de toda laya siguen esperando el análisis socialista sobre su varada en la playa perdiendo el poder central, el autonómico y el municipal y dándose a un congreso búlgaro que eyectó a Rubalcaba y sólo tuvo de bueno soslayar a Carmen Chacón y su marido, el publicista adosado.

Tras la apoteosis del PSOE en las recientes regionales, ha tardado tres días en explicar en el Congreso (¿será que no le dejan entrar en la sede de Ferraz?) lo inasumible: que el partido ha dejado de ser nacional y referente de una izquierda moderada en un momento en que sostener España es defender la democracia. Que Rubalcaba y sus acólitos pasen a a ser clases pasivas (¿dónde trabaja Elena Valenciano?, ¿en la vicesecretaría?, ¿en el Congreso?; ¿en su fundación feminista o en su geriátrico?) da exactamente igual y no aciertan a decir otra cosa que hay que profundizar en los problemas internos y externos. ¿Cuántos metros? Un redactor de sucesos me redactó que un fatal accidentado había caído a un pozo de 10 metros de altura. «Será de profundidad», le objeté. «Calla tú, que yo lo escribo desde la perspectiva del muerto». En esas estamos.

Tal como se pronosticaba las elecciones regionales galaico-vascas han tenido su haz y su envés: el triunfo de la realidad y la buena gestión junto al lirismo, el sentimentalismo y el romanticismo. A Feijóo le han pasado por delante hasta el accidente del «Prestige» de hace diez años y Rubalcaba ha hecho en Galicia una campaña apocalíptica contra Mariano Rajoy perdiendo hasta el «oremus». La abstención la evalúa cada uno como quiere, pero los gallegos han votado más al Partido Popular porque Núñez Feijóo hace cuatro años que afrontó la crisis, recortando, sí, pero poniendo orden en las cuentas autonómicas sin necesidad de que le forzaran a ello. Ha vendido un futuro de estabilidad y ya se sabe que bajo tormenta todos votan con el bolsillo.

CARA Y CRUZ
Impecable conexión con el electorado que indica también que Rajoy no ha olvidado la política pese a su intensividad financiera. García Márquez estará harto de que le parafraseen los títulos pero es que las regionales vascas tenían un resultado anunciado. Más nos valdría que el PNV hubiera obtenido la mayoría absoluta en vez de tener que convivir con Bildu, esa «fuerza política emergente» que Cospedal no quiere ni nombrar. Queda el susto que nos puedan dar en Cataluña; sin embargo en Euskadi hay que escoger entre una agonía lenta o una muerte rápida. Lo de Rubalcaba y Elena Valenciano es de anencefalia. Patxi Vázquez se instaló en la ideología y Patxi López en lo suyo, en la nada, en recibir a todo el mundo perdiendo el nacionalismo no excluyente (si lo hubiera) y su socialismo angelical y consentidor. ¡Y aún dicen que éste sin otro oficio que ser hijo de Lalo López Albizu, puede sustituir a Rubalcaba! ¡Ya con facha de sepulturero! La peor noticia electoral no es la inundación nacionalista vasca sino la deriva sindical socialista y su intento de engullir a cualquier peatón antisistema.
Con un PSOE desmochado y guerracivilista la democracia que conocemos tendrá un recorrido corto.