«Trontzolaris» con subvención pública

Ambos eran muy conocidos en su localidad guipuzcoana de Legorreta, campeones de «tronza» y empresarios. Una tapadera ideal para ser miembro «legal» de ETA, no fichado por las fuerzas de seguridad, y que ha dificultado su identificación mientras compaginaban una vida normal con la colaboración terrorista. En sus domicilios se hallaron explosivos, detonadores y boletines internos de ETA. De puertas para afuera, Igor Esnaola tenía una empresa dedicada a la producción de cordero lechal que anunciaba sus servicios en internet. Y Aitor un negocio de elaboración de queso que también publicitaba en una web, en la que incluso aparecía su móvil.

Una actividad que le llevó a ser beneficiario de la ayuda nacional complementaria a la instalación de jóvenes agricultores concedida en 2008. Les gustaba la caza y participaron en un proyecto «para la promoción de un estilo de vida saludable y de los valores del deporte». La única vinculación pública con el entorno etarra fue su integración en las listas de Euskal Herritarrok (EH) para los comicios municipales de 1999. Aitor fue suplente en la candidatura de Gaztelu e Igor como número nueve en la de Legorreta.