El Cairo
Yemen celebra la ausencia de Saleh como el fin de la dictadura
El presidente yemení, Ali Abdala Saleh, hospitalizado en Arabia Saudí desde el pasado sábado, podría estar en peor estado de salud de lo que intenta hacer creer su régimen: el mandatario sufriría quemaduras en el 40% de su cuerpo debido al ataque con cohetes de mortero contra su palacio el viernes pasado en Saná, que le habría provocado daños en uno de sus pulmones y en el cráneo.
La recuperación se presenta lenta para el mandatario de 67 años –32 de los cuales liderando Yemen– a pesar de que su Gobierno asegure que pronto estará de vuelta y se esfuerce en repetir que Saleh sigue siendo el presidente. Su ausencia está siendo celebrada en las calles e interpretada como el fin de su dictadura, aunque existen posibilidades de que su régimen intente perpetuarse: miembros de la familia Saleh, en concreto los hijos del presidente que están al mando de importantes cuerpos de Ejército, mantienen todavía el poder. Por su parte, las fuerzas opositoras no quieren perder tiempo y podrían haber aceptado negociar con el vicepresidente y presidente en funciones, el cual está manteniendo un perfil muy bajo, a pesar de la presión de la calle y de la comunidad internacional para empezar un traspaso de poderes y una transición democrática.
Mientras, la violencia sigue amenazando la estabilidad y el futuro de Yemen. En Taiz, en el sur del país, continuaron ayer los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los milicianos que apoyan la revolución. Por otra parte, el Ejército anunció la muerte de 30 miembros de Al Qaida en una ofensiva llevada a cabo en la localidad de Zinyibar, en el sur de Yemen, supuestamente bajo control del grupo terrorista, cuya presencia en el país es uno de los factores que más preocupan, especialmente a su vecino Arabia Saudí y a Estados Unidos.
Por su parte, el representante de UNICEF en Yemen, Geert Cappelaere, advirtió ayer de que el país está afrontando una catástrofe humanitaria sin precedentes por el aumento de la violencia. Cappelaere aseguró que la población de Saná se encuentra atemorizada y que todo el país está afrontando una escasez de agua y combustible desde hace años. «Este país tiene una extrema necesidad de ayuda humanitaria», subraýó. «Esperamos que se alcance una solución a la coyuntura política pronto pero, aun cuando se alcance, eso no será el final de los problemas. El 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza», explicó.
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