Estados Unidos
Nueva recesión
El verano ha sido pródigo en noticias, casi todas malas. Los mercados se han colapsado desembocando en el rescate de España e Italia. La violencia del descenso en casi todas las grandes bolsas, el gran avance de la deuda pública y los nuevos máximos marcados por el oro invitan a pensar que nos encontramos al borde de una nueva recesión. Esto no es novedad en España, ya que nunca salimos de la anterior, pero sí lo es en Europa y desde luego, en Estados Unidos.
No sé si ya hay modelos econométricos que prevean un nuevo escenario de recesión, pero no hacen falta. Rara vez un descenso tan dramático en las bolsas no ha precedido grandes parones en la actividad económica. De hecho me atrevería aventurar que una nueva recesión es prácticamente una certeza en Europa y tiene una probabilidad de en torno al 50% en Estados Unidos. Ante este nuevo escenario, a la autoridad monetaria europea no le ha quedado más remedio que cambiar de rumbo.
El gran problema de parte de Europa y particularmente de España es que no crecen, y sin crecimiento ni se puede salir de un agujero fiscal ni se pueden sanear los balances de hogares y empresas. La intervención era inevitable para evitar un colapso económico en Europa y la única salida posible que no desemboque en el desmantelamiento del euro es embarcarse en una permanente huida hacia adelante.
El euro queda tocado de muerte, si no por su disolución, porque la política monetaria que requerirá salvarlo desembocará en una gran devaluación.
O eso, o los alemanes pagan la factura, algo esto último difícil de imaginar.
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