Libros

Libros

Ciencia y fe

La Razón
La RazónLa Razón

Cierto que la Ciencia es hoy día el órgano de la fe dominante sobre todos (y los restos de otras fees, que por ahí andan, viven sumisas a la Ciencia y tratando de hacer con ella buenas migas), pero no vayan tampoco los lectores a engañarse en esto: como los demás órganos del Poder, tampoco la Ciencia es tan perfecta y cerrada como Dios, matemático, querría, y, en el propio ardor de la investigación, no puede menos que descubrir impertinencias, como que no se puede saber al mismo tiempo dónde está una cosa y qué es lo que es. Pero no importa: viene luego la divulgación (nuestro catecismo), continúa el afán de hallar, al fin, la verdad de la realidad, de dar con una solución matemática, pero real, de las paradojas y asomos de misterio con que se tropieza, que es justamente el afán que el Capital y los Estados mayoritariamente premian y subvencionan, y la necesidad de la Fe prima sobre cualesquiera descubrimientos. Un pálpitoVerdad en la realidad no cabe –razón y corazón lo dicen al mismo pálpito (el sentido común que nunca acaba de morir)–, y la función de la Fe, científica o religiosa, consiste en metérnosla dentro, la verdad, que nada perturbe los negocios ni despierte vislumbres de la mentira del tinglado. Y, con tales condiciones, lectores amigos, ni la Ciencia oficial y consagrada ni otra fe, ninguna puede hacer más que procurar que se cumpla lo previsto, que no se haga más que lo que está hecho, y que no nos pase nada del otro mundo, que es lo que a la razón y corazón le hacía falta. Pero ¿qué?: de nada va a servirles, ¿verdá, gente medio viva?: todas las maravillas que nos presenten para demostrar su verdad (pisar la luna, viajar a Marte, manipular las celulitas del cerebelo, acertar el tiempo que va a hacer mejor que el Zaragozano) no van a convencernos: porque este mundo está mal hecho ( su necesidad de mentiras y miserias lo demuestra cada día), y eso no se cura progresando por la misma vía de la fe que nos ha traído a esto.