Presidencia del Gobierno
Espíritu de unidad
El 33 aniversario de la Constitución, que se conmemoró ayer en el Congreso, ha resultado excepcional por dos circunstancias. La primera, coyuntural, por llegar en una etapa de traspaso de poderes tras el cambio político consumado en las elecciones generales del 20-N. La segunda, sustantiva y capital, por celebrarse pocos días después de un reforma de la propia Carta Magna trascendental para el presente y el futuro de la salud financiera de la nación, como supuso incluir el compromiso de estabilidad presupuestaria. Una iniciativa con el valor añadido del consenso de los grandes partidos nacionales. En este sentido, Mariano Rajoy concretó ayer en la Cámara Baja que la primera ley de su Gobierno será la que desarrolle ese mandato constitucional. Un mensaje conveniente y esperado por nuestros socios europeos y que situará a España en primera línea de esa nueva Europa de rigor y disciplina fiscal que pretenden alumbrar Merkel y Sarkozy y que muy probablemente verá la luz en la cumbre del viernes. La determinación de los españoles de no gastar más de lo que tenemos tiene que ser un principio contundente ante la Unión que demuestre con hechos que somos un país fiable. Esa sintonía entre PP y PSOE, que se demostró en la reforma constitucional y que se desprende de los contactos y las conversaciones de estos días para definir la posición española en el decisivo cónclave comunitario, debe presidir los pasos de los próximos meses de nuestro país en la nueva UE. Esa conjunción nacional en defensa de los intereses generales nos fortalecerá como país de cara al exterior y nos presentará como una nación embarcada en una exigente y sacrificada misión, pero dispuesta a salir adelante unida y convencida de lo que toca afrontar en un tiempo histórico. José Bono, en su último discurso en un aniversario constitucional, lo expresó ayer de forma convincente y ajustada en su llamamiento a la unidad política: «De la mano caminen juntos, pónganse de acuerdo para llegar más lejos. Quien en esta hora no arrime al hombro, no va a estar a la altura». España y los españoles necesitamos que los políticos acierten, porque no podríamos soportar otra gestión fallida. Principalmente, hablamos de los dos grandes partidos, sin excluir a los minoritarios ni a los nacionalistas, pero con el convencimiento también de que la posición que estos adopten debe ser irrelevante para cómo actúe España en la UE. Es un buen comienzo que el futuro presidente del Gobierno y el que será primer partido de la oposición hayan respaldado sin fisuras las propuestas de Merkel y Sarkozy y todo lo que suponen, así como que hayan apelado a llevarlas a cabo lo más rápido posible. Que España muestre esa determinación nos sitúa en una vanguardia comunitaria que hacía demasiado tiempo se había abandonado.
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