Ciudad Real
Jaén teatro de operaciones de las batallasque cambiaron la Historia por Lucas Haurie
L as tierras jiennenses presenciaron la batalla de Baécula, que enfrentó a romanos y cartagineses en el 208 antes de Cristo y en 1808, Bailén puso fin a la invasión francesa en la que fue la primera derrota en campo abierto de Napoleón, un aviso a Europa de que el pequeño emperador había dejado de ser invencible. Y entre estas dos contiendas, la de las Navas de Tolosa, que hace 800 años enfrentó a la España cristiana y al imperio musulmán, una fecha que el impenitente Eslava Galán ha recreado en su última novela, «Últimas pasiones del caballero Almafiera». Por este pretérito que se conjuga a través de episodios marcados en negrita en la Historia, Jaén es hoy una provincia salpicada de soberbias fortalezas, de pueblos con encanto que se deben recorrer sin prisas.
La puerta de Andalucía
Tiene el visitante infinitas maneras de recorrer esta tierra en la que nace la historia de todos los del Sur, ya saben, Cazorla, cuna del Guadalquivir, les espera como puerta del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Le proponemos aquí el recorrido por la provincia a través de la Ruta de los castillos y las batallas que comenzaría en el Museo, novísimo, de las Navas de Tolosa, en el municipio de Santa Elena, también llamada la Puerta de Andalucía. Armas, indumentarias, vídeos y exposiciones ayudan al visitante a entender la crueldad de la batalla que sólo se llega a apreciar en su totalidad cuando, desde su mirador, el hombre civilizado de hoy asoma su imaginación al escenario real de esta contienda sangrienta entre moros y cristianos que cambió para siempre el destino de Occidente, y que hoy sirve como marco de reflexión de una convivencia entre culturas necesaria. Próximo al museo está la pequeña aldea de Miranda del Rey, desde donde parten numerosos senderos que guían los pasos hasta el castillo de Castro Ferral o el Puerto de Muladar, en Sierra Morena.
La siguiente parada por las piedras de la Historia lleva hasta el Castillo de Baños de la Encina, el de Burgalimar, una de las fortalezas más sobresalientes de Europa fundada en el año 968, que alza sus quince torreones en plena campiña olivarera a la que cantó Miguel Hernández, Andaluces de Jaén, aceituneros altivos. Piérdase por las callejuelas de este pueblo pintoresco y compre su excelente oro líquido, que eso quedará en la economía local de esta tierra que, como todas las de interior, necesita más atención del turista nacional. Para curiosos y nostálgicos, en las inmediaciones, entre las provincias de Jaén y Ciudad Real, en la localidad de Venta de Cárdenas, se encuentra el famoso Casa Pepe, reducto de la españolidad entendida en los tiempos del Generalísimo.
La ruta continúa entre olivos, en el recodo que conforman Andújar, sobradamente conocida, Lopera, en cuyas afueras se hallan las trincheras de la Guerra Civil, Porcuna, Arjona y Arjonilla. Esta última posee un castillo que evoca las leyendas del trovador Macías y su enamorada doña Elvira, romance que inspiró siglos después a Lope de Vega y Larra. Una opción es pasar la noche en Jaén, subir al Castillo de Santa Catalina, donde nunca se vertió sangre porque fue entregado voluntariamente al Fernando III, el rey santo, por los moros. Desde 1965, se alza sobre el Alcázar Viejo el Parador de Jaén.
Queda la belleza de Martos y La Campiña, hacer parada en el Castillo de Alcaudete, sede de un centro de interpretación dedicado a la Orden de Calatrava, y llegar a la fortaleza de La Mota, en Alcalá la Real, uno de los conjuntos monumentales más fascinantes de toda la provincia, que domina desde las alturas el paso histórico hacia Granada. En verano, los sábados, los vecinos del pueblo celebran cenas y fiestas medievales, zambullida en la historia para un visitante extasiado de tanta piedra, de tanto pasado.
Tierra de dulces
l Para comer
En el recetario jiennense conviven los platos de la Edad Media con la cocina andalusí, que prima los sabores agridulces en sus menús, como el sabrosísimo lomo de cordero a la miel. Magníficos sus dulces. Imprescindible la visita al Mesón Despeñaperros, en Santa Elena.
l Para dormir
La Hospedería del Palacio de los Guzmanes, en Baños de la Encima, permite alojarse en un castillo del siglo XVII a precio de hotel de tres estrellas. El hotel rural de Charilla, muy económico, ofrece preciosas vistas de la Sierra de la Martina.
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