Historia

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Todo dicho y casi nada hecho por Manuel Coma

La Razón
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Puede que haya algo nuevo bajo el sol pero difícilmente algo que se refiera a Gibraltar. Todo está dicho y casi nada hecho. Es una humillación lacerante para cualquier sentimiento nacional por leve que sea y no nos merecemos que los ingleses nos hagan esto durante siglos, pero también hay mucha inutilidad en que no seamos capaces de mejorar nuestra posición al respecto, con un país que después de todo no deja de ser amigo y que, resentimientos aparte, suele, en general, comportarse honorablemente en sus relaciones internacionales, aunque tiene muy claro que intereses haberlos haylos, y lo propio es defenderlos. Tampoco es el colmo de la habilidad no ser capaces de comprar a 25.000 llanitos a los que les podemos dar mucho y que en el fondo dependen de España, por activa y por pasiva, incluso más que de su propia metrópoli colonial. Tendrían que perder, eso sí, privilegios de impunidad por muchas clases de abusos delictivos de los que se benefician, pero pueden ser compensados con el desarrollo de una mejor interrelación, abierta a una gradual y mutuamente acordada supresión de barreras y progresiva integración. El período zapateril-moratinesco ha sido un vergonzoso abandono de oportunidades que Blair nos puso como dicen que se las ponían a Fernando VII, rendiciones preventivas que ahora hay que tratar de deshacer. Los británicos entienden lo que es firmeza y lo que es negociar y hay que empezar con la poda de toda la hojarasca que no se halle en el texto del Tratado de Utrecht. Dar sin prisa pero sin pausa marcha atrás a tres siglos de mortificantes relaciones, cediendo todo lo que la amistad permita y reclamando todo lo que la amistad requiera.