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Mamás en Navidad
Lo que más me gusta de la Navidad es el descanso que supone para las madres de familia. Si sólo se ocupan de su casa, que bien se sabe ya que es una ardua tarea, los padres, los hijos y hasta el Espíritu Santo les exigen que lo tengan todo preparado hasta el último detalle.
Y si se trata de madres trabajadoras, tampoco se les perdona que no esté todo tan navideño como corresponde, con un menú gastronómico especialmente diseñado para la ocasión y con los regalos correspondientes dispuestos en sus lugares habituales.
En realidad las madres trabajan siempre, sea dentro, fuera o en ambos espacios. Por eso, aun llegan al día 24 de diciembre con buena cara si les toca cenar en casa de la suegra o un cuñado, aunque hayan tenido que trabajar hasta el último minuto, comprar los regalos en el último segundo y arreglarse con lo que sobraba del tiempo de atender al vestuario de sus hijos e incluso, en ocasiones, al de sus maridos...; pero el día 25 no hay ninguna que se libre de llegar agotada ya para todo el resto de las fiestas.
Algunas, pobres, el mismo 25 andan recogiendo lo de la noche del 24 para recibir con entusiasmo a la familia contraria, mientras corren a destajo por la cocina y les piden ayuda a sus hijos, que refunfuñan argumentado que se han acostado tarde...
Otras, las más afortunadas, se reparten las fechas señaladas con otros miembros de la familia..., pero todas andan cargadas de responsabilidades y obligaciones desde el primer hasta el último día de las Fiestas. Así que tranquilas, mamás, que ya han pasado las dos primeras.
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