París
Plan «Merkozy»: el día decisivo
Europa afronta esta semana lo que para muchos analistas es la última oportunidad para salvar el euro. Tras dos años de dudas e indecisión, los 17 miembros de la eurozona están obligados a adoptar medidas firmes y rápidas que demuestren a los mercados su voluntad de sacar a flote la moneda única.> Rajoy negocia contra reloj con Alemania y Francia de cara a la cumbre> "En la primera velocidad", por Carmen Gurruchaga
Como ha sido habitual en otros momentos decisivos de la construcción europea, Francia y Alemania han asumido el liderazgo y ultiman una propuesta de Gobierno económico europeo que subsane las deficiencias de la Unión Económica y Monetaria creada por el Tratado de Maastricht en 1992. Y es que la crisis financiera iniciada en 2008 ha evidenciado que existía una política monetaria común pero diecisiete políticas económicas diferentes.
De ahí que el presidente francés abogara en su discurso en Toulon del pasado jueves por «refundar» Europa. «Francia está trabajando con Alemania para crear un nuevo tratado europeo, refundando y repensando la organización de Europa en busca de un verdadero Gobierno económico», aseguró Sarkozy, que se reúne hoy en París con la canciller alemana, Angela Merkel, para rematar la propuesta que presentarán el viernes en la Cumbre de Bruselas.
El Gobierno económico del que hablan París y Berlín significará aumentar la coordinación fiscal y presupuestaria entre los socios de la eurozona, que deberán comprometerse a un estricto control de las finanzas públicas. De no ser así, los incumplidores serán sancionados e incluso perderán su derecho de voto en el Consejo. A imagen y semejanza de Alemania, todos los países deberán introducir en sus Constituciones la «regla de oro». Es decir, mantener el equilibrio presupuestario. Y es que «Merkozy» ya advierte de que casos como el de Grecia no se permitirán. «Debe quedar absolutamente claro que todos los países de la zona euro sean solidarios. Pero más solidaridad exige más disciplina, porque ésta no debe fomentar la laxitud».
Durante su almuerzo en el Elíseo, Merkel y Sarkozy deberán ponerse de acuerdo sobre los aspectos que aún los separan, especialmente sobre el papel del Banco Central Europeo. Para Berlín, es esencial que el banco mantenga su independencia y su misión de luchar contra la inflación y rechaza que el BCE se convierta en el prestamista de último recurso de los países en dificultades, como defiende Francia. «La crisis no se resuelve de un solo golpe, no hay una solución mágica como muchos parecen creer. Se trata de un proceso que durará años», advierte la canciller.
Una vez que se conozca el contenido de la propuesta franco-alemana, habrá que determinar cómo se pondrá en marcha. La tradicional redacción de un nuevo tratado se demoraría al menos dos años, pues requiere la ratificación de los veintisiete Estados miembros. Además, se correría el peligro de que cualquier contratiempo diera al traste con la reforma, como pasó con la Constitución europea tras los referendos de Francia y Holanda en 2005.
El segundo escenario sería incorporar el texto como un protocolo del Tratado de Lisboa, que ha quedado obsoleto para luchar contra la crisis dos años después de entrar en vigor. La ratificación del Tratado de Adhesión de Croacia, que ingresará en el bloque el 1 de julio de 2013, daría a los Veintisiete la oportunidad de ratificar dicha modificación.
Con todo, la tercera alternativa y la más rápida consistiría en firmar un acuerdo intergubernamental entre los diecisiete países que comparten el euro. A través de esta fórmula nació en 1985 el Acuerdo de Schengen, que suprimió los controles fronterizos. De optar por esta fórmula, el euro contará pronto con un Gobierno económico, pero se escenificará nítidamente una Europa a dos velocidades: los miembros del euro y el resto.
¿QUÉ PUEDEN PERDER?
Sarkozy
Es el flanco más débil del eje francoalemán. Temeroso de que la deuda francesa pierda la calificación de triple A, «Sarko» se ha plegado a las exigencias de Merkel para aumentar la coordinación fiscal y económica. Con unas elecciones en mayo, el líder francés necesita una rápida solución a la crisis del euro.
Merkel
La canciller alemana se ha convertido en el blanco de las críticas en toda Europa. Primero por su tardanza en salvar a Grecia de la bancarrota por temor a un castigo electoral, y ahora por imponer la ortodoxia presupuestaria a sus socios de la eurozona y rechazar la emisión de eurobonos.
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