Cantabria
Qué se debe por Martín PRIETO
El conde de Romanones tronaba en Cortes contra un estatuto catalán diciendo «jamás, jamás, jamás», y al ver levantarse lívido a Cambó prosiguió: «Y cuando digo jamás, digo por el momento». Es de bien nacidos agradecer a un sicariato la intención de no matarnos, pero tampoco se debe sobreactuar celebrando el primer día sin ETA, el primer fin de semana sin ETA, las primeras elecciones sin ETA, las primeras Navidades sin ETA, como recordatorio socialista «ad nauseam». Igualmente no es imprescindible que Rubalcaba o Patxi López se suban a los arengarios para llorar como Magdalenas.
ETA está en su teatrillo de siempre con el mismo libreto: presos a la calle, territorialidad (País Vasco, Navarra, Iparralde y Encartaciones de Cantabria), independencia y el abertzalismo radical como partido sovietista único.
Es una conjetura pero no un disparate suponer que para las próximas elecciones vascas de 2013, que podrían parir un lendakari abertzale (¿Otegi?), los presos etarras estarán en sus casas o se habrán exiliado sufragados con dinero público. No se perseguirá a los huidos y se recordará que nadie entrega del todo las armas. Las ofertas de González en Argel. Gran lanzada a veinte mil victimados en cincuenta años. Lo demás exigiría reformas constitucionales que llevarían a la España confederal a tener como propia una vieja Albania en el Cantábrico. Socialistas y etarras le han dado el pase negro al PP con gran egoísmo partidista y ningún sentido del Estado. Hacer coincidir un periodo de reformas estructurales con un proceso constituyente es delirio criminal. Decía Plá ante un favor sospechoso: «¿Qué se debe?». Pues eso.
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