Barcelona
Un error
Los desórdenes públicos del pasado domingo en Barcelona con motivo de la Diada constituyen un delito en sí mismos, por lo que suponen de vulneración de la legalidad y el hecho de que unos encapuchados puedan irrumpir en la vía pública atentando contra la seguridad de los manifestantes, al quemar con gasolina una bandera constitucional y el retrato del Rey.
Es delictiva la ofensa que tales hechos suponen hacia el jefe del Estado y los símbolos de España, pero yo no actuaría contra sus protagonistas por ese motivo, sino por causar desórdenes, irrumpir con combustible en la vía pública y atentar contra la seguridad de las personas.
Si se ejerce la acusación por quemar el retrato del monarca estaremos otra vez ante un error, porque la consecuencia directa es que se escenificará de nuevo el victimismo nacionalista, que es lo que menos interesa en estos momentos.
Hacerlo por alteración del orden público, no. Todo ciudadano civilizado sabe que nadie puede ir por la calle provocando algaradas o quemando banderas.
Otra cosa es que la Fiscalía, amén de interponer acciones por ello, apretase las clavijas a las autoridades autonómicas encargadas de garantizar la seguridad en un acto como es el de la Diada. ¿Acaso no había Policía allí para evitar que tal hecho sucediera? ¿Por qué no se detuvo a los alborotadores en aquel mismo momento? Ahí reside, en realidad, la especial gravedad del tema.
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