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Gergiev alma rusa tamizada

Ciclo de IbermúsicaObras de Brahms, Schedrin y Shostakovich. Orquesta del Teatro Mariinsky. Piano: Nelson Freire. Director: Valery Gergiev. Auditorio Nacional, Madrid. 16-XII-2010.

Gergiev, durante el ensayo
Gergiev, durante el ensayolarazon

Nelson Freire (Minas Gerais, Brasil, 1944), siempre recatado, aparentemente tímido, discreto y fino, lleva años y años pasando por Madrid. Aquí ya le hemos escuchado, incluso en estos ciclos de Ibermúsica, el «Concierto número 2» de Brahms, del que sigue ofreciendo una versión de suaves destellos, bien fraseada, elegantemente diseñada y acertadamente labrada, especialmente en el juego lírico del andante y en el grácil correteo del «allegro grazioso» final. Le falta, eso sí, una sonoridad más plena, un grado de ejecución que resulte más pulcro y de exactitud más firme.

La colaboración de Valery Gergiev, como es habitual últimamente, sin batuta, fue atenta ,aunque sin la calidad emocional y la densidad idóneas a obra tan lírica y ciclópea al tiempo. Bien el primer chelo, que aquí estuvo cortejado por el segundo, en el Andante. Lo mejor vino en la formidable interpretación de la «Sinfonía nº 15» de Shostakovich, extraña y paradójica composición, última obra de la serie en el catálogo del autor, que aúna pasajes refinadamente humorísticos, sarcasmos, aromas infantiles y, a la vez, incorpora un aliento trágico fruto de las desoladas elucubraciones de un músico que había sufridor. Las citas de Rossini («Guillermo Tell»), Chaikovski, Wagner, Mahler y del propio compositor contribuyen a completar un tejido de inusitada originalidad, que es desentrañado con presteza, exactitud y variedad de colores.

De tenue a horrísono

Hallamos en esta interpretación las mejores cualidades de un director a veces excesivo, temperamental y algo grueso. Fue su versión más depurada y demostrativa de su innata musicalidad, capaz de llevarnos de los pasajes más delicados y líricos a los más contundentes y agresivos; de lo tenue a lo horrísono. El alma rusa tamizada. La breve pieza sinfónica «Naughty Limericks» de Schedrin, animada, virtuosa, de rítmica obsesiva, fue ejecutada con claridad y una precisión sensacionales.