Nueva York
Cibeles con paso firme
Ayer tocaba jornada de chapa y pintura en Cibeles. Y de ese plástico de los que invitan a tropezar y caerse. Salvo que seas «top model». No hay obstáculos para ellas. En ese caso su lugar es el «fitting room», esto es, los probadores donde los diseñadores meten un bajo por aquí, cortan un hilo por allí y deciden eliminar algún «trench» de las prendas elegidas para formar parte del desfile
Unas y otras se desplazaban del chiringuito de Duyos –que rescatará a la cantante Jeanette para amenizar su desfile– al de Modesto Lomba, todavía sin carreras, en el pabellón 14 de Ifema, que hoy abre sus puertas hasta el miércoles para acoger la Cibeles Fashion Week. Por allí se dejó caer Iris Strubegger, una de las maniquíes del momento, que, en un arranque de «porque yo lo valgo», ha rechazado las pasarelas de Nueva York, París y Milán para desfilar sólo en Madrid en este febrero en el que se presentan las colecciones que estarán en la calle, el invierno que viene.
Pendientes de la talla
Pero antes de pasar la prueba de los bajos y las sisas de los creadores, tocaba personarse ante el tribunal de la doctora Susana Monereo. Desde septiembre de 2007, la responsable de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Getafe examina a cada una de las chicas que se suben a Cibeles. El mínimo que han de cumplir es un 18 de Índice de Masa Corporal, que equivale a medir 1,80 metros y pesar algo más de 50 kilos. ¿Veredicto? Hoy se sabrá, pues hasta última hora de ayer Monereo estuvo echando cuentas. «No podemos consentir que las modelos, que son precisamente eso, referentes, no muestren una imagen saludable», recordaba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, durante la copa de presentación de la Semana de la Moda.
Con este brindis por delante, el encargado de abrir Cibeles –lo de debutante sería ofensa– es Jesús del Pozo. Tras él, otros 45 diseñadores pasearán sus propuestas por las dos pasarelas habilitadas al efecto: desde firmas más que consagradas como Adolfo Domínguez o Roberto Verino, a otras diseñadoras como Elisa Palomino que llegan a su segunda edición en Cibeles después de haberse ganado la confianza de neoyorquinos e italianos. De hecho, la directora del «Vogue» italiano, Franca Sozzani, está que no vive con las prendas románticas y los tocados de la conquense. Tanto es así que cada mes le dedica una página a uno de esos diseños. Que no sólo la Wintour tiene ojo.
Bajas significativas
Y a pesar del maratón de moda que se inicia hoy, bajas, haberlas, haylas. Y significativas. Elio Berhanyer, el primero. Su maridaje empresarial con Artesanos Camiseros ha provocado el abandono del maestro de la costura que acostumbraba a echar el cierre. «Añoraré yo más Cibeles que la pasarela a mí», comentaba el octogenario creador hace unas semanas a LA RAZÓN. También se apean la gallega María Barros –la maternidad obliga–, Miriam Ocáriz –que dice estar embarcada en un proyecto nipón– y Antonio Alvarado. Lydia Delgado, por su parte, ha preferido presentar su nueva colección ideada mano a mano con su hija en lo que se conoce como el «Off» de Cibeles, esto es, desfiles y fiestas fuera de Ifema, un carro al que se han apuntado Beba's Closet y Morante, y fórmula a la que están abonados Alvarno y María Lafuente. «Tenía necesidad de parar. Marcarte los plazos a los que obliga la pasarela en febrero y septiembre hace que de alguna manera coartes tu libertad. Me considero artista y necesitaba darme un tiempo», aseguraba anoche Lydia, con un gesto relajado y una marcha en el cuerpo que nada tiene que ver con la cara de preocupación que se refleja antes de cada desfile. Quizá porque compartía responsabilidad con su pupila aventajada, Miranda Makaroff. Juntas dieron rienda suelta a jerseys y camisetas de punto con un guiño colegial sin abandonar los colores tierras y negros, santo y seña de la catalana.
Delfín, con el síndrome de Diógenes
No se lo ha diagnosticado la doctora Monereo. Ha llegado a la conclusión él solito y así lo dejará entrever en su colección. «Tengo sobrecarga psíquica y emocional que me supera y creo que la acumulación que se muestra a través del síndrome de Diógenes podría ser la imagen perfecta de mi colección, en la que las prendas se superponen sin distorsionar la silueta», comenta DavidDelfin. Sus seguidores tienen cita el domingo a mediodía en Cibeles, o en la web.
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