Copa del Rey

Barcelona

(1-1) El Barça choca con una pared

A los diez minutos de partido, el Rubin Kazán no había pasado de medio campo y el Barcelona dominaba la posesión del balón a placer. Fue entonces cuando Villa vio un hueco entre la pobladísima defensa rusa y lanzó la pelota hacia Pedro que, solo ante Ryzhikov, mandó el balón al larguero. Una jugada que pudo haber cambiado el signo del encuentro

Villa e Iniesta
Villa e Iniestalarazon

Y no es la primera vez que esto ocurre, ya que recordó a la conexión Iniesta-Villa de San Mamés, otra jugada que pudo haber facilitado mucho el triunfo azulgrana en «La Catedral». En sus entrenamientos clandestinos, en los que están prohibidos los ojos ajenos, Guardiola tendrá que trabajar en la efectividad de sus hombres porque, cuando avance la temporada, esos fallos pueden resultar fatales.

La de ayer era la tercera vez en poco más de un año que Rubin y Barça se enfrentaban y, por más que pueda parecer una broma, los azulgrana siguen sin conocer la victoria. Los planteamientos ultradefensivos de Berdyev –érase un hombre a un tasbih pegado–han dado resultados. Aunque juega demasiado con la suerte.

Durante un momento del choque, después de su primer cambio, el conjunto ruso llegó a jugar sin delanteros. Sólo jugaban a defender, y demasiado premio se llevaron con esa mentalidad. El Barça se hizo con el balón desde el primer segundo y no lo soltó hasta que Çakir pitó el final, milésimas después de que Iniesta fallara la enésima ocasión de los barcelonistas y mandara alto el balón.

La efectividad no es el único problema de este Barcelona. Los rivales le marcan goles con demasiada facilidad. Porque el Rubin apenas cruzó tres o cuatro veces el centro del campo, la mayoría en la segunda mitad gracias a la velocidad del renacido Martins, pero la primera le valió para batir a Valdés. Lo hizo Noboa, después de un claro penalti de Alves que el portero de Hospitalet estuvo a punto de desviar.

Si antes del gol la tarea del Barça era complicada, con la desventaja en el marcador se antojaba de lo más compleja. La habilidad de los «pequeños» azulgrana y su capacidad para generar el último pase era la única esperanza ante una defensa de seis, siete y hasta ocho rusos. Saluvkadze les facilitó el trabajo al cuarto de hora de la reanudación con un penalti innecesario. Villa asumió la responsabilidad y no falló.

Con el empate, Guardiola decidió poner a Messi en el campo en lugar de Mascherano, que vivió su mejor partido como azulgrana. Ni tan siquiera le sacaron una amarilla. La «Pulga» aportó peligro, pero no efectividad. Ryzhikov lo evitó. Al final, el fútbol premió con un punto al Rubin, un equipo que nunca quiso jugar.