Automóvil
OPINIÓN: Precipitado y sin meditar
Valoramos como muy inadecuada la medida anunciada por el Gobierno. Una medida muy precipitada y poco meditada. En primer lugar, el consumo de carburante de un automóvil no tiene necesariamente que ver con la velocidad, sino con el desarrollo del motor. Para que se hagan una idea: un coche puede estar parado a cero kilómetros y consumir más que a 120 por hora. En segundo lugar, ninguno de nuestros socios comunitarios ha adoptado una medida similar, pues en quince países de la UE-27 el límite es de 130 kilómetros por hora. En tercer lugar, el coste de su implantación reduciría los teóricos efectos positivos. A saber: una placa, a precio de amigo, cuesta unos 350 euros. Además, la reducción del consumo de carburante se está produciendo desde hace tiempo no por estas medidas, sino por efecto de la crisis. No ha sido porque el automovilista vaya a menor velocidad, sino porque se está quedando sin trabajo. Y un parado no se mueve ni en transporte público ni en privado. Lo que está ocurriendo en las últimas semanas, en las que hemos alcanzado precios históricos del carburante, es que el que utiliza el coche para trabajar está asumiendo ese sobrecoste con el consiguiente efecto negativo inflaccionario.
En cuarto lugar, el 70 por ciento del parque automovilístico español tiene más de cinco años. Y un coche fabricado hoy consume un 30 por ciento menos que uno de entonces, con lo que las medidas tendrían que venir por la reedición de «planes renove».
Por último, hay que recordar que en 1976 se redujo la velocidad, también debido a la crisis energética, a 100 kilómetros por hora. Paradójicamente, en aquel año aumentaron las las víctimas. Esa tesis de laboratorio que indica que, a menor velocidad, menos muertes, no es más que un sofisma.
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