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El chiringuito

La Razón
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Pocas cosas hay tan españolas y típicamente asociadas al verano playero como el chiringuito. Escenario imprescindible del «Verano azul»; las películas de Alfredo Landa y José Luis López Vázquez persiguiendo suecas; el marco incomparable de innumerables anuncios de cervezas y refrescos al ser la combinación perfecta donde se puede ver la playa, el mar, las chicas y chicos guapísimos en bikini o bañador y la barra en la que sirven las bebidas heladas, todo acompañado de la banda sonora de Georgie Dann u otra canción pegadiza hasta la náusea.
Pero seguramente pocas cosas hay tan lejos del «glamour», la modernidad y la exclusividad como el chiringuito. Por mucho que en algunos anuncios salgan chiringuitos de diseño con cortinas y enormes sillones blancos, la mayoría son más bien chabolísticos y la calidad de la decoración y el servicio no es su fuerte.

Por eso resulta sorprendente que La Casera elija como su eje de comunicación para las promociones veraniegas de este año el regreso al chiringuito, en el que se puede vivir nada menos que el «Espanis dream», según aseguran. Realmente la cosa está fatal si el sueño español es regentar un chiringuito, que como trabajo tampoco parece ser el súmmum de la autorrealización, salvo quizás para el habitante del ático de 13 rúe del Percebe que aparece en la publicidad de La Casera, un tipo gracioso perseguido eternamente por sus acreedores y cuyo mayor mérito es precisamente saber escapar siempre sin pagar sus deudas.

De forma inexplicable, la campaña de las agencias La Despensa y Grey remite así a la España cañí del turismo de sol y playa de hace medio siglo, cuando La Casera se hacía fuerte y se convertía en imprescindible compañera de la paella para rebajar, endulzar y gasificar el tintorro. La Casera sigue siendo la marca genérica reconocida como sinónimo del producto, la gaseosa, pero con evidentes problemas para resultar moderna y atractiva a los jóvenes, que no la identifican como refresco sino como complemento para beber durante una comida veraniega sin pretensiones. Algo que no ocurre con sus competidoras más directas como Seven Up o Sprite, cuya comunicación está mucho más en la línea de los refrescos. Y no parece que identificarse con la cultura del chiringuito vaya a ayudar mucho a La Casera para actualizarse y llegar a la juventud de 2012.