Barcelona
Arantxa Sánchez Vicario: «No quiero fingir una relación que no existe»
Arantxa Sánchez Vicario confirma que no se habla con su familia. «Mis padres me anularon en momentos cruciales», confesó ayer
Un sentido beso en los labios y un fuerte abrazo a su pareja, Pep Santacana, fueron el único consuelo que encontró Arantxa Sánchez Vicario después de confesar en público todos los problemas que tiene con su familia. Aún llorosa después de leer un duro comunicado, la ex tenista pidió un pañuelo para secarse las lágrimas, se levantó y buscó el amparo de su marido, el único miembro de la familia que estuvo a su lado en unos momentos tan duros como los que está pasando.
Arantxa ha dejado de ocupar espacio en la Prensa deportiva; su vida es ahora tema de debate entre la prensa del corazón. Ayer presentó sus memorias, «Arantxa, ¡Vamos!», en La Casa del Libro de Barcelona y la sala no dio abasto. Periodistas, cámaras, fotógrafos, amigos y curiosos ocuparon hasta el último milímetro cuadrado. «Os imagináis lo difícil que ha sido publicar mis memorias, pero no quiero esconderme ni seguir fingiendo una relación que no existe», así comenzaba la nota. No admitió preguntas y no profundizó en la demanda presentada contra sus padres. «Los abogados están haciendo su trabajo», argumentó.
«Por las buenas»
A pesar de todo, no evitó ningún tema durante su discurso. «¿Puede pensar alguna persona que yo no quería resolverlo todo por las buenas y que se quedara en la familia? Lo he intentado con todas mis fuerzas», decía ya con una voz que dejaba entrever que lo estaba pasando muy mal. «Soy la misma persona de siempre, sólo que ahora decido yo qué decir», aseveró con rotundidad. La tormentosa relación con sus padres ha sido uno de los grandes motivos del conflicto: «No soy una persona desagradecida, siempre he dado las gracias a mis padres por su apoyo. Todos los padres hacen lo mejor para sus hijos; sin embargo, conmigo han ejercido una sobreprotección que me ha anulado en muchos momentos cruciales de mi vida», confesó.
Arantxa sabía muy bien que iba a ser un día complicado. Tiró de maquillaje para intentar disimular las lágrimas y acudió elegantemente vestida con un jersey blanco decorado con un broche en el cuello, unas mallas negras y unas botas. Llegó en un Porsche Cayenne y el mismo coche la recogió al acabar, después de estacionar en plena Rambla Catalunya y organizar un buen caos circulatorio. «¿Quién es?», preguntaban los peatones curiosos. Era Arantxa.
Pep Santacana, el marido de la discordia
Arantxa no dudó en acusar a su familia de interferir en su vida amorosa. De elegir a sus novios y acabar con algunas de sus relaciones. «¿Puede alguno de mis hermanos o mis propios padres decidir con qué persona tengo que compartir mi vida? ¿Acaso todos ellos no han decidido casarse con la persona que les ha parecido mejor?», se preguntaba ayer. Su marido, Pep Santacana, está en el centro de la guerra entre los Sánchez Vicario. A Arantxa no le gusta: «¿Por qué se tienen que buscar culpables a mis decisiones? ¿17 años en el circuito profesional no son suficientes para demostrar mi personalidad y mi capacidad para gestionar mi carrera? Allí es donde se ganan el respeto y el reconocimiento».
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