Cataluña

Cursos anticorrupción

La Razón
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Reconozco que, a mi edad, todavía me sorprendo con los hallazgos vitales de mi hija, pero no con las barbaridades que uno escucha en los medios de comunicación sobre política. Pero, el viernes por la noche, viendo un informativo, casi me da un patatús al escuchar la noticia de que en Cataluña se van a impartir cursos anticorrupción para cargos políticos. Como profesor que soy, imparto cursos de Lengua Española en los Grados de Comunicación y, por mis estudios, también los imparto de Lenguaje Administrativo a funcionarios de las tres administraciones públicas. Les puedo asegurar que éstas, preocupadas por la formación y puesta al día de sus empleados públicos, proponen infinidad de cursos de materias muy dispares y jamás, en mis diez años de trabajo para las administraciones, he visto una quisicosa más peregrina y absurda.
En mi Universidad, la Rey Juan Carlos, se intentó realizar un curso de verano sobre corrupción política al que alguna mente privilegiada invitó a Julián Muñoz. Fue tal el revuelo que esta noticia causó, que el curso no llegó ni a perfilarse. Todos pensamos que la aportación de este sujeto «malayo» sería cómo trincar dinero público sin que se entere nadie durante años, hasta que un problema de faldas te descerebra. Para un curso como el propuesto, sólo hacen falta dos cosas: la primera, recordar que la honradez, en español, se mide de cintura para arriba, y la honestidad, de cintura para abajo; la segunda, que quien mete mano en la caja pública, sea por la cantidad que sea, que pase un mínimo de veinte años trabajando para la comunidad y que no salga de la cárcel hasta que devuelva el último céntimo de euro. Todo lo demás, pura filfa.