El «aquelarre» etarra
Estrategia para derrotar a ETA
El nuevo Programa de Reinserción para presos por delitos de terrorismo, en especial los etarras, que anunció ayer el Ministerio del Interior ha recibido el respaldo del PSOE, pero ha levantado suspicacias entre las asociaciones de víctimas, y es comprensible que así sea. Cualquier modificación de las pautas establecidas que pudiera interpretarse como un trato de favor a los pistoleros encarcelados es rotundamente rechazada, como es lógico. Pero no es éste el caso y bajo ningún concepto puede afirmarse que el Programa dado a conocer altere sustancialmente la política antiterrorista del PP, antes en la oposición y ahora en el Gobierno. El hecho de que los portavoces batasunos lo hayan descalificado con tono desafiante demuestra su idoneidad y que no es ningún atajo ni una triquiñuela «negociadora», mucho menos una cesión ante los etarras o una traición a las víctimas, como se ha dicho apresuradamente. Por el contrario, se trata de una reacción inteligente contra la estrategia de ETA de mantener bajo férreo control a sus presos. Lo que pretende la banda y su brazo político es una amnistía colectiva, y así se lo han prometido a los encarcelados para que renuncien a la reinserción individual. Como es natural, el PP la rechaza de plano porque ni es legal ni es justa ni es aceptable moralmente. Eso no quiere decir que el Gobierno se resigne a que ETA mangonee a todos los presos a su antojo y cercene los intentos de abandono y de disidencia, cada vez más numerosos desde hace tiempo. Es de dominio público que, sin presos con los que traficar en la calle, la banda terrorista perdería su principal arma de presión y coacción en el mundo batasuno. Y eso es, precisamente, lo que persigue el Programa de Reinserción: ensanchar la brecha entre ETA y los presos y quebrantar su férrea disciplina. A los terroristas no sólo se los vence desarticulando comandos, sino también con una política penitenciaria inteligente y eficaz. Eso mismo nos parece el plan de Interior, que no cambia ni una tilde de las condiciones legales y penitenciarias vigentes y que exige al preso arrepentido que manifieste de forma «clara, solemne y pública», en palabras del ministro Fernández, su ruptura con la banda y su renuncia a la violencia. Además, en una segunda fase, deberá pedir perdón a sus víctimas y reparar el daño producido. Dicho todo lo cual, y celebrando que el principal partido de la oposición respalde al Gobierno porque el consenso es imprescindible para derrotar a ETA, no podemos por menos que lamentar el error de no haber comunicado previamente el plan a las asociaciones de víctimas y a los colectivos directamente afectados. El PP no puede cometer los mismos errores que cometió el PSOE y está obligado a contar con quienes reivindican la memoria, la dignidad y la justicia.
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