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Década afgana por Luis Alejandre
No creo que para el ministro Morenés Afganistán sea su gran problema. Otras «guerras» financieras tiene abiertas
A la guerra se sabe cuándo se va, pero no cuándo se vuelve. Acaban de cumplirse diez años de aquella decisión del Consejo de Ministros presidido por Aznar (27 dic. 2001) que aprobaba el envío de un contingente militar a Afganistán. Se daba respuesta a la Resolución 1.386 del Consejo de Seguridad de NN.UU acordada siete días antes, que autorizaba el establecimiento por un periodo de seis meses de una «International Security Assistance Force» (ISAF) en apoyo del Gobierno provisional afgano. Se trataba entonces de mantener la seguridad en Kabul y sus alrededores. El Reino Unido lideró inicialmente la misión, seguida por Turquía y Alemania, hasta que en agosto de 2003 se hizo cargo la OTAN, extendiéndose progresivamente por todo el territorio.
El entonces coronel Jaime Coll, que mandó aquel primer contingente que aterrizó en Kabul a finales de enero de 2002, nos hablaba entonces de «un reencuentro con la Edad Media». Hoy dice: «Me llevé gente de montaña, dura y sacrificada donde la haya, soportando temperaturas de más de 10 grados bajo cero, en condiciones de habitabilidad muy precarias». «Hicimos todo para dar normalidad, para ser queridos por la población, sin olvidar la seguridad, respondiendo siempre a todos los requerimientos operativos». Pero sentencia, preocupado por la formación de los nuevos mandos: «¡Qué solo estás!; esto es lo primero que se le debe meter a uno en la cabeza y hay que aprenderlo desde pequeño; eres un padre con 400 o 500 hijos durante seis meses; ni una distracción; mano dura algunas veces; otras, la mayoría, mano en el hombro».
La misión de Afganistán ha sido especialmente dura para las Fuerzas Armadas españolas: 97 militares y un intérprete fallecidos y una treintena de heridos con secuelas es un alto coste para no tenerlos presentes en nuestro recuerdo y no valorar su sacrificio. Hoy, extendida ISAF en todo el territorio afgano, las tropas españolas despliegan en la provincia occidental de Badghis con misión de transferir infraestructuras y responsabilidades a los afganos, para que en 2014 puedan proporcionarse su propia seguridad.
Pero no creo que para el ministro Morenés Afganistán sea su gran problema. Conoce a nuestros soldados y sabe que cumplirán. Sabe que arriesgan y que asumen. Conoce el mensaje que el presidente Rajoy mandó a las tropas en Nochebuena valorando «su labor, entrega, sacrificio, discreción, profesionalidad y buen hacer, incluso en circunstancias difíciles». Otras «guerras» financieras tiene abiertas. Imagino estos primeros días, sin equipo formado, programando la agenda internacional, releyendo contratos que vencen, pensando en lo que debe decir en la Pascua Militar.
Su reto: necesitaría un mínimo presupuesto de 10 mil millones; tiene previstos sólo 7,1 (0,66 del PIB )y percibe la amenaza de que pueden convertirse sólo en 6 en el primer ajuste. Pero como uno de los objetivos del mismo Gobierno es paliar el drama del paro, no puede colapsar actividades industriales públicas y privadas. Puede pensar hoy que la sexta fragata F-100 para la Armada no es vital, pero sabe cómo están las cargas de trabajo de los astilleros y es sensible a las preocupaciones sociales. Tampoco puede acudir en dos días a un mercado de la Defensa competitivo y saturado para vender excedentes como ha hecho Alemania con 15 EF-2000 (Eurofighter) con Austria. Sabe que si suspende programas en ejecución puede arriesgar importantes penalizaciones. Puede negociar ritmos de fabricación y entregas, pero también acarrean más gastos. Incluso para suprimir programas necesita capacidad económica. Y pondera que programas costosos como el del avión de transporte A-400, tienen repercusiones en la industria civil y han permitido que CASA se integre en EADS y que Sevilla sea un polo industrial aeronáutico importante en Europa.
Pero tiene en cartera 36.867 millones pendientes según declaró recientemente el anterior Secretario de Estado que comprometerían el presupuesto de Defensa hasta 2025. Conoce el llamado modelo alemán de financiación, que permite demorar los pagos de contratos hasta la entrega de materiales y que incluso fracciona aquéllos en diez anualidades. Pero los 19 programas contratados importan 26.683 millones. Defensa ha pagado 4.089 y el Ministerio de Industria ha facilitado 13.278 en concepto de «créditos a empresas» y de «desarrollos industriales» imputados a su capítulo 8. Aquí debería recibir el apoyo del Gobierno y de las otras fuerzas políticas para convertir los créditos de Industria en pagos definitivos. No sería la primera vez que se condonan por ley partidas presupuestarias. Porque la verdadera causa de la crisis procede de la continuada y progresiva reducción de recursos asignados a Defensa que amenaza la viabilidad del modelo de Fuerzas Armadas acordado por las Cortes Generales.
Por supuesto, también hay un esfuerzo de racionalización de estructuras en el Organo Central y en los cuarteles generales. Pero el sector Defensa no debe ser la víctima principal de la crisis económica. Precisamente por su capacidad de investigación, desarrollo y trabajo. ¡Tampoco tiene fácil su «guerra» el ministro Morenés!
Luis Alejandre
General (R)
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