Cataluña

Ni en los peores sueños

La Razón
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Se lo recomendó Felipe González: yo de Rubalcaba me iría del Gobierno ¡ya! Y el candidato se fue. Pero, como estamos viendo, eso no es, ni será, suficiente. En su sonriente cartel electoral trasluce la imagen de Zapatero junto a la suya, hasta el punto de que cada una de sus acolchadas promesas queda empañada por un bandazo zapateril. Cada carta del BCE a La Moncloa, cada requerimiento de Merkel, cada apremio de Sarkozy para evitar la quiebra de España es un baldón para el socialismo español que predica Rubalcaba. ¿Para esto ha demorado el presidente la convocatoria de elecciones hasta el 20-N? se preguntan en el PSOE. ¿Por qué no dar ya paso a la derecha para que sea Rajoy quien haga los ajustes?

Limitar el déficit por la vía constitucional significa que habrá que aplicar tijeras irremediablemente en conquistas sociales. Que se acabó el prometer becas, pensiones, cheques bebé, ayuda a los parados, pisos a los jóvenes y jaujas similares si eso descuadra las cuentas. No sólo se acabará en el Gobierno central; tampoco podrá ser en las comunidades autónomas. Ni siquiera en el País Vasco donde los socialistas gobiernan, ni en esa Cataluña a la que Zapatero prometió el oro y el moro.

En sólo una semana, Zapatero ha dado dos tiros de gracia a lo poco que le quedaba de su programa rojo: con la limitación constitucional del déficit y con el permiso de encadenar contratos indefinidamente a los jóvenes, lo que equivale a perpetuarles en el empleo precario. Justo lo contrario de lo preconizado por los socialistas hasta ahora. Para ponerse rojos, pero de bochorno. A Rubalcaba en vez de Alfredo, P. o RbCb, podríamos llamarle ya San Lorenzo en la parrilla. Adiós a su PSOE obrerista. Se acabó la vuelta del puño y la rosa. ¿De qué le servirá incrementar los impuestos a los ricos o gravar a los bancos, si ya no queda derecho social que podar? ¿A cuántos partidarios del 15-M podrá el candidato convencer con un discurso si con el siguiente se opone al referéndum sobre la reforma de la Constitución?

Lo de menos es, pues, si Zapatero le hurta a Rubalcaba la negociación de la reforma constitucional con el PP. Eso ya es un mandoble que llega por añadidura. Ni en sus peores pesadillas, los socialistas podían imaginar que en el hundimiento de Zapatero iba a sonar la música del Titanic. Tres meses más a este ritmo y del barco sólo quedarán añicos.

Ya lo dijo Felipe: ya no es simpatizante del PSOE porque este socialismo no le gusta, y por eso, más que nunca, se siente un jarrón grande en un apartamento pequeño, un gran jarrón chino arrinconado en el trastero de la solución habitacional de 30 metros cuadrados en que va a quedar el PSOE. A donde irán a parar también Zapatero, y otros no menos vistosos adornos, como Salgado, Guerra, Chaves o Bono. Todos han elegido abandonar, quitarse de en medio, menos el propio Rubalcaba, atado de pies y manos junto a la pira en que le ha colocado Zapatero, esa hoguera en la que antiguamente se quemaban a las víctimas de los sacrificios. Lo dicho: ni en sus peores sueños...