Debate Estado Nación
Rajoy prevé más paro más deuda y más calamidades si sigue Zapatero
Mariano Rajoy resolvió ayer su último Debate del Estado de la Nación con José Luis Rodríguez Zapatero con otra versión revisada del «váyase usted señor González», que con sus adaptaciones quedó en algo así como «ya le dije a usted que se tenía que haber ido».
La exigencia del adelanto electoral constituyó la médula espinar –con tanto énfasis que sorprendió hasta a su propia bancada– de un discurso más político que económico, intenso y muy duro en las formas y en el fondo, como era previsible. Y en el que, como también era previsible, no arriesgó nada y optó por volver a cercar a su contrincante con la dura realidad de su balance como gestor de la crisis. A Rajoy se le notó que sabía que por primera vez hasta en sus filas no había exigencias ni voluntad de examinarle, y que los suyos veían el debate como un simple trámite antes de levantar acta del fin de la era Zapatero.
En la tribuna estaba una representación de su histórico poder territorial, del que mejor simboliza el giro del Congreso de Valencia –María Dolores de Cospedal y José Antonio Monago–, y del PP de las esencias –Esperanza Aguirre–. Así que con la holgura de las encuestas, y con la holgura con la que él hoy lidera su partido, tiró por el camino más cómodo y optó también por dejar sus «conejos» en la chistera hasta el otoño, al abrigo del principio de que el examinado en un Debate de la Nación es el Gobierno y no la oposición. Ese conservadurismo y ese aferrarse a la idea de que ayer no era su turno facilitó, como era de esperar, el contraataque de Zapatero con el argumento de que «usted no tiene alternativa y sólo quiere elecciones».
Y su respuesta llegó en la réplica con una alusión, la primera de la tarde, a las líneas maestras de su proyecto de gobierno y a tres reformas concretas: la de la estabilidad presupuestaria y las leyes de Emprendedores y de Transparencia (hoy las registra en el Congreso). «¿Le ha faltado el apoyo de esta Cámara para sacar adelante sus propuestas? Dígame una sola propuesta que no haya salido adelante por falta de apoyos. Nosotros hemos votado lo que nos parecía bueno para España; lo que no, no lo hemos votado», dijo, después de glosar las medidas que ha presentado en esta Legislatura y las veces que ha votado con el Gobierno.
En su primera intervención, la que traía preparada de casa, dio vueltas y vuelta alrededor de la idea de que Zapatero se ha convertido en un lastre para España porque no genera confianza ni a los mercados ni a los españoles, porque no es capaz de hacer las reformas que necesita España y porque cuantos más días continúe en el cargo habrá «más paro, más deuda, más dificultades y más desánimo». En suma, que abogó por un tiempo nuevo, con un gobierno nuevo, bajo la advertencia de que unos meses más antes de que hablen las urnas si cuentan porque sólo servirán para dejar las cosas peor. Si hasta en el PSOE surgen voces que piden elecciones –le espetó a Zapatero–, convoque ya para «acabar con el calvario». «¿Por qué prolonga esta calamidad?».
Su única concesión fuera del discurso económico la hizo con Bildu. Una de las incógnitas del debate era si rompería su silencio, y lo hizo para exigir al Gobierno firmeza y vigilancia, y que acuda sin demoras ni complejos a los nuevos instrumentos legales habilitados para desalojar a los concejales abertzales de las instituciones si hay causa objetiva para ello, «algo que, por lo visto estos días, puede ya haber sucedido». Rajoy está convencido de que Rubalcaba no activará esos mecanismos legales. El balance del PP de la jornada de ayer fue que Zapatero abrió la puerta a convocar en otoño.
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