Estados Unidos
El cártel que reclutaba ex adictos para leerles la Biblia
Nazario Moreno, alias «El más loco», reclutaba a ex drogadictos para formar parte de su «narcosecta» y los adiestraba en un régimen de lecturas bíblicas y prácticas de tiro. El pasado viernes murió en una redada policial en Michoacán.
Con la Biblia en una mano y la AK-47 en la otra. Escupiendo plomo y predicando el evangelio. Finalmente cayó uno de los narcos más enigmáticos y paradójicos de México. Nazario Moreno González, alias «El Chayo» y líder del cártel de La Familia encontró la muerte en un largo tiroteo con las fuerzas de seguridad mexicanas.
También conocido como «El más loco», perdió la vida en un altercado en su natal Apatzingán, uno de sus feudos del sureño estado de Michoacán que le servía de base de operaciones.
Pero La Familia es mucho más que un cártel. El Chayo adoctrinaba en temas evangélicos a numerosos miembros de su organización con un ahínco sectario. Buena parte de ellos habían sido reclutados a través de las clínicas que él mismo abrió, irónicamente, para tratar adicciones.
Una vez limpios, se les prohíbe consumir drogas y alcohol, y pasan a formar parte de La Familia. Reuniones de oración y prácticas de tiro forman parte de su disciplina habitual. Además, el Chayo ofrecía préstamos a campesinos, empresas, escuelas e iglesias, y proporcionaba diversos apoyos sociales entre los más desfavorecidos. Así se ganó cierto respaldo y respeto entre los sectores populares de Michoacán.
La ruptura con el cártel de «los del Golfo» sobrevino en 2006 por el deseo de los michoacanos de volar solos, y la camaradería entre delincuentes se transformó en guerra abierta. Había nacido, como tal, La Familia.
El cártel mezcla su principal negocio, el tráfico de cocaína, marihuana y de drogas de diseño por México y Estados Unidos, con el secuestro y la extorsión, siempre empleando una violencia extrema.
Sin embargo, sus matanzas solían ir firmadas con un gran mensaje justificativo, acompañado por algunas cabezas cortadas: «La Familia no mata por dinero, no mata mujeres, no mata a personas inocentes, sólo a los que merecen morir. Sepan que esto es la justicia divina», sellaban los miembros del cártel en cada una de sus matanzas.
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