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Descristianizar por Cardenal Ricard Mª CARLES

La Razón
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Thomas Merton alertaba hace medio siglo de la lealtad errónea a un partido político que puede llegar a aniquilar y absolver toda conciencia de lealtades básicas para una persona.
Ahora ya hemos llegado en nuestra patria a aceptar que se hable de «lo políticamente correcto». Es decir, de actitudes o convencimientos que se adaptan a lo que el poder político difunde en el ambiente.

e esta manera se pretende que el ciudadano no sienta ninguna necesidad profunda y verdadera, cautivando a personas, que quedan alienadas de sí mismas y de Dios y que no son capaces de tener ninguna experiencia espiritual.

Estas formas sucedáneas de deformar a las personas son como un opio para el pueblo, que adormece la conciencia de las necesidades más profundas y alienan su verdadero ser, insensibilizan su conciencia y personalidad, y hacen que los hombres libres y razonables se conviertan en instrumentos pasivos del poder político.

Advirtamos que una cultura construida sobre un concepto erróneo del hombre o del mundo –como sería aquella que negase la trascendencia– difícilmente puede contribuir a la felicidad del hombre.

Por eso, la síntesis entre la fe y la cultura es una exigencia de la cultura. Pero también de la fe, puesto que una fe que no se convierte en cultura es una fe no aceptada plenamente, no pensada enteramente, no vivida fielmente.

Ningún hombre, y menos aquel que quiere ser cristiano, debería pasar por la vida sufriendo la historia, sin sentir la urgencia de «hacer» la historia, de ser protagonista de la misma, puesto que el hombre es el único ser que se mueve en una doble historia: la que le conforma y la que él hace.