Crítica de libros
Digitación (de dedos)
En los últimos años, cuando oíamos hablar siempre de la digitalización, puede que no se refiriera exclusivamente a dígitos sino más bien a dedos. Me hace pensarlo el hecho de que hayamos pasado de una cultura manual, que usaba las manos para todo, a una cultura en la que el acceso a casi toda la información se obtiene a través de la yema de los dedos, en particular de un par de ellos. Los adolescentes tuitean con dos dedos a toda velocidad. Yo, a pesar de haber visitado los mejores balnearios de la mecanografía cuando era joven, escribo en mi portátil con dos dedos, como mucho con cuatro.
¿Dónde han quedado los fabulosos gestos que hacíamos con las manos? La gestualidad manual, la mímica particular de cada país para apoyar sus palabras, parece que caerá en el olvido. Siempre nos quedará Italia como último refugio, pero incluso allí parece que la cosa va en retroceso.
¿Qué será en el futuro de aquella fabulosa manera de dar tajadas con una mano para remachar la contundencia de un argumento o plan de acción? O de las dos palmas paralelas hacia arriba y el encogimiento de hombros como señal de impotencia. O la sacudida floja, descendente, con una mano, de cansada renunciación. O aquellas dos palmas hacia abajo rebotando paralelas al suelo como contra un muelle, pidiendo tranquilidad. ¿Perderemos todo eso? Si las manos van a perder su preeminencia frente al dedo, empecemos ya a inventar e imaginar una gestualidad para éstos últimos.
Por ahora, he estado probando y, aparte de señalar la salida en todos los idiomas o recordar en ruso y alemán que Dios nos ve, sólo hay un gesto internacional que pueda hacerse claramente con un solo dedo. Pero transcribir aquí su significado sería una grosería de la que me veo incapaz.
✕
Accede a tu cuenta para comentar