Japón

Más mecánica y menos naranja

Los jugadores holandeses crecieron escuchando las leyendas de la «Naranja Mecánica», aquel equipo imprevisible y casi perfecto para lo que puede alcanzar el ojo humano que revolucionó el fútbol en la década de los 70. Admiraron a Cruyff y todos los de- más. Y a muchos de ellos los entrenaron sus hijos, gente como Van Basten y Rijkaard. Pero el modelo holandés se ha distanciado de las enseñanzas de sus abuelos.

La Razón
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El fútbol total, en el que todos los jugadores eran capaces de ocupar cualquier zona del campo como se sigue enseñando en la escuela del Ajax, ha dejado paso a la rigidez establecida por el seleccionador, Van Marwijk. Con el sucesor de Van Basten en el banquillo holandés, su equipo se divide en dos: seis defensas y cuatro futbolistas de ataque. Un equipo en el que los dos mediocentros, De Jong y Van Bommel son inamovibles. En la alineación y en el campo, porque les cuesta abandonar la zona desde la que protegen a su portero para llegar al área.Sólo los cuatro de arriba, Kuyt, Robben, Sneijder y Van Persie se preocupan del juego de ataque. Sneijder es la estrella en este campeonato y a Van Persie le cuesta integrarse. Al delantero del Arsenal no le resulta sencillo encontrar un amigo en el vestuario y ya tuvo problemas con su seleccionador cuando lo sustituyó en el encuentro ante Eslovaquia en octavos.Holanda es un equipo previsible. Como España, tiene gusto por conservar la posesión de la pelota, pero la duda que queda después de verla durante los primeros encuentros es si lo hace por convencimiento o por incapacidad de los rivales. Pero no parece que su gusto por la pelota sea vocacional. Su inspiración no es la España de Luis, como sucedía con Alemania.Holanda, en su versión «naranja mecánica» o en su versión sólo mecánica pretende que el Mundial sea para ellos como la Eurocopa para España, el final de los complejos. El final del fatalismo de «algo pasará para que no ganemos» que le ha acompañado durante años. El final del fútbol bello, pero inútil que les persiguió en los Mundiales del 94 y el 98, cuando en su camino se cruzó Brasil.Los holandeses cargan con el peso de las dos finales perdidas por sus «abuelos» en el 74 y el 78. Pero no se plantean vengar la memoria de nadie. «Vamos a jugar por Holanda. No pensamos en términos de revancha», dice su seleccionado, Van Marwijk. «No miro las estadísticas históricas. España no sabe lo que es ganar una final, nosotros tampoco», asegura. La diferencia es que para la selección española es la primera final. Hasta el momento ha derribado todos los muros a los que se ha enfrentado en este Mundial. El del domingo es un desafío nuevo que no supone ninguna frustración que se agarre a la memoria. Para los holandeses, la final sigue siendo un muro. «Supongo que los dos entrenadores trabajaremos con claras estrategias y los dos equipos estarán sometidos a tensión», añade Van Marwijk.Un gol de Señor dio a España la última victoria ante la selección holandesa en la fase de clasificación para la Eurocopa ‘84. 27 años sin victorias, aunque nunca más han vuelto a cruzarse en un encuentro oficial. «Va a ser un reto para nosotros enfrentarnos a España. A los alemanes apenas les dejaron jugar», aseguró el técnico holandés. «Me gusta la forma en que jugaron los españoles. Nosotros haremos nuestro propio juego contra ellos. Les respetamos, pero no les tememos», añadió.El Mundial elegirá el domingo un campeón del mundo que nunca lo ha sido antes. Y aunque Holanda ha dejado en el camino a Brasil y Uruguay, dos campeones del mundo, Van Marwijk se pone el traje oficial de entrenador y ase- gura que los dos partidos más complicados para su selección fueron los de Japón y Eslovaquia. «Fueron dos partidos clave para nosotros. Todos predecían unos partidos fáciles, pero yo los temía. Temía que los demonios del pasado volvieran a aparecer para enviarnos de vuelta a casa. Después de eso, contra Brasil ya fue muy fácil motivar a los jugadores», reconoce el técnico.La motivación siempre ha sido un problema para la selección holandesa. Ni siquiera Van Basten y Gullit consiguieron centrarse en el Mundial 90 cuando llegaban de ganarlo todo con el Milan. Ahora tienen concentración. Les falta el fútbol.