Inmigración
Algunos menores inmigrantes siguen el Ramadán por presión
El pasado uno de agosto comenzó el Ramadán, que durará hasta el próximo día 29. Muchos son los musulmanes de la Comunitat que se entregan a este rito durante el periodo estival, pero muchos de ellos son menores que se encuentran en los centros de acogida para inmigrantes. Algunos han decidido realizar este ayuno, y hacerlo con todas las consecuencias.
Así lo explica la subdirectora del Centro de acogida de la Foya de Buñol, Elizabeth Marco, tras asegurar que son 24 los jóvenes que viven en la institución y todos profesan la religión islámica.
«Han de tener más de catorce años», afirma, mientras manifiesta que algunos de estos jóvenes participan de este ritual movidos por la presión de no sentirse aceptados por el resto de miembros del centro. «El hecho de convivir con un grupo de iguales les genera la necesidad de integrarse».
Por esta razón, desde la institución las reglas están claras: si has decidido iniciar el proceso debes finalizarlo. «Al tratarse de adolescentes, a los días pueden cambiar de opinión y esto no es un juego, quien lo empieza lo hace con todas las consecuencias».
Otro de los aspectos que cambia es el horario de las cocineras del centro y de las actividades que se realizan en él. Ya no se acude a la piscina y las actividades físicas se realizan a últimas horas de la tarde.
Por contra, y aunque la lógica asegura que el ayuno es preferible hacerlo en los meses de invierno, desde el Centro de la Foya de Buñol aseguran que para los menores es mejor durante los meses de verano. Estos jóvenes, muchos de ellos casi niños, tienen que acudir al colegio o a sus puestos de trabajos durante el año, por lo que es más costoso para ellos realizar cualquier actividad, pero en agosto, las vacaciones dan tregua al cuerpo y el proceso se hace más fácil.
Una habitación para el culto
El centro de acogida la Foya de Buñol es uno de los pocos hogares para menores inmigrantes que cuentan con una habitación habilitada para ejercer las funciones de una mezquita. Marco, quien considera que este espacio es necesario para que los jóvenes puedan desarrollar su fe con normalidad, afirma que los jóvenes respetan esta estancia y «son ellos mismos los que se ocupan de limpiarla y asearla».
Además, uno de los educadores del centro es marroquí y, aunque no se comunica con ellos en árabe, les ayuda a integrarse y a sentirse más cómodos.
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