Barcelona

Alirón al campeón

La Razón
La RazónLa Razón

A mí que no me gusta nada el fútbol, estoy lleno de alegría porque el Sevilla sea campeón de la Copa del Rey de España. Esto de España, últimamente, casi nunca se dice, sobre todo en los comentarios deportivos. Parece que fue la de Cataluña y no la de España la Liga que ganó el Barcelona. Y cuando se habla de la Copa –tan brillantemente ganada por el club sevillano– no se nombra al Rey, ni a España tampoco. Esta victoria es buena primeramente para el club, pero lo es también para el ánimo general de la ciudadanía en momentos nada felices. Además, instala un foco durante muchos días sobre una de las capitales con más tirón turístico de España (otra vez digo España). Teniendo en cuenta que aquí uno de los pilares fundamentales económicos es el turismo, pues lo dicho… bueno para todos. Incluidos los béticos. También es tiempo de recordar la extraña situación que se creó con esta final. Desde la televisión de todos los españoles, y para muchos medios, parecía que el ganador tenía que ser el equipo madrileño. Ya dije que se podría pensar que la Copa del Rey de España (insisto en lo de España) no la disputaban dos equipos españoles. Más bien la jugaban el Atlético de Madrid y un representante del sarraceno Al-Ándalus. El miércoles, cuando pasaba camino del AVE por la plaza de Neptuno, ya por la mañana, el Ayuntamiento y el club habían preparado un gran montaje para festejar el triunfo. Por cierto, en Sevilla, en la Puerta de Jerez, no había nada previsto por si acaso la Copa venía a nuestra ciudad. El fallo madrileño es no haber pensado que faltaban 90 minutos por jugar; y en ese tiempo, el Sevilla marcó dos goles que le dieron el título. Felicidades al Sevilla y a todos los sevillanos.