El campeón inesperado

A pesar de su nombre y apellido, que se deben al origen de sus padres, Sandro Cortese es alemán y, desde ayer, el inesperado campeón del mundo de Moto3. Inesperado porque todas las apuestas ponían al ahora «huido» Viñales como máximo y único favorito. Era lo lógico, teniendo en cuenta el gran año de debut de Maverick y la discreta trayectoria de Cortese en la categoría pequeña. Porque Sandro es uno de esos pilotos de perfil bajo, que no llaman la atención ni dentro ni fuera de la pista. Ocho temporadas ha necesitado en el Mundial para saltar a los grandes titulares y llevarse un título en el que ha sido básica su regularidad y también el potencial de las KTM en el segundo tramo del curso. Sandro ha explotado este año con cuatro triunfos, seis «poles» y siete podios, cuando el año pasado había sumado dos victorias después de seis temporadas en blanco. Quizá por eso ayer no dejó que su compañero de marca, el local Khairuddin, tuviera su día de gloria. El piloto malayo había hecho vibrar el circuito de su país con la «pole» del sábado y marchaba en cabeza a falta de pocas curvas. A Sandro le valía con acabar a su rueda para coronarse, pero quería hacerlo con un triunfo, dando ese puñetazo en la mesa que le sacase del anonimato y le pusiera por fin en la lista de los campeones. «Era mi sueño ganar el título con una victoria y lo he podido conseguir», decía con una sonrisa de oreja a oreja. Sus padres, enloquecidos en el parque cerrado, sólo acertaban a dar las gracias a todo el que se encontraban a su paso. Era el gran día que habían soñado para ese niño alemán con nombre y apellido italiano que ha sido el mejor este curso en las motos pequeñas. En 2013 probará suerte en Moto2.