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Stephen King el padre de la criatura

Es el Corín Tellado de las historias de terror, el Lope de Vega de los relatos de escalofríos. Si un escritor puede ser valorado por el efecto psicológico y sensorial que produce en el lector, Stephen King (1947) habría obtenido el Nobel del horror sobrenatural hace tiempo

Stephen King el padre de la criatura
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Su nombre no aparecerá en los manuales de literatura americana ni se le brindarán honores académicos –aunque últimamente ha recibido algún reconocimiento de parte de la crítica para indignación de muchos–, pero su gigantesca obra es una de las más importantes del mundo desde hace décadas. Un día, de su trayectoria se hará una película: hijo de padre que abandona a la familia, sensibilidad precoz para la ciencia-ficción; vida en un remolque de joven y ya casado, alcoholismo y drogadicción hasta casi 1980, un primer e imprevisto éxito con «Carrie», un accidente –un coche le atropelló– en 1999 del que arrastra secuelas; ganancias multimillonarias (según «Forbes» es el tercer autor en ventas con 45 millones de libros despachados) gracias a las adaptaciones de sus novelas, la propia «Carrie», «Misery», «El resplandor», «La milla verde»... Y es que el cine y el cómic han sido su gasolina para poner en marcha textos que, aunque parten de las estructuras mentales complejas de un Poe o un Lovecraft, son literatura popular en grado extremo. Quién no ha tenido cerca una novela de King. Uno mismo se recuerda de joven, pasando las páginas de «La larga marcha» (1979). Y quién no ha visto alguna película basada en una de sus historias. De ahí suelen partir las fantasías mortíferas de King: la semilla argumental es real y sencilla, pero entonces el narrador cruza el espejo y encapsula lo diario en algo demente y claustrofóbico. Cómo será el alma, el corazón de este hacedor de terrores. Jamás lo sabremos, pero hay algo orientativo al respecto en «Mientras escribo», que redactaba cuando sufrió el accidente. Ahí contó que trabajaba con música de AC/DC de fondo. Extravagante manera de hallar la concentración precisa para urdir tramas oscuras, podría pensarse, pero la creatividad disciplinada crece haya lo que haya alrededor.