Castilla-La Mancha
Entre la espada y la pared
Todos sabemos la gran capacidad del PSOE para tergiversarlo todo, y en muchas ocasiones con gran éxito de crítica y público. Una de las grandes ventajas de Rajoy es su prudencia y es por ahí por donde los socialistas, y más ahora que quien se ha hecho con los mandos tras la farsa de las primarias es Rubalcaba, van a intentar abrir la primera grieta en el sólido muro que aparenta ser el PP tras su victoria por goleada en las municipales y autonómicas el pasado 22 de mayo. Los socialistas, y quién sabe si alguno de los suyos de los que andan tan crecidos tras los resultados que no se conforman con sacar pecho y quieren cobrarse años y años de dura oposición en una única factura. El caso del frustrado traspaso de poderes en Castilla-La Mancha puede ser el primer aviso de lo que se le viene encima al líder del PP. No tengo pruebas de que el Gobierno en funciones de José María Barreda haya destruido documentos y además esconda bajo unas alfombras que no se levantan desde hace tres décadas un déficit muy superior al declarado. Claro que tampoco las tengo de lo contrario, pero no creo que haya sido bueno para el que tiene todas las papeletas para ser quien gestione en unos meses el pedazo de marrón que le van a dejar Zapatero y su Gobierno, incluido Rubalcaba, que se ha confesado corresponsable y además a mucha honra, que desde sus filas se lanzaran acusaciones gravísimas sin pruebas concluyentes. Todos sabemos la gran capacidad del PSOE para tergiversarlo todo, y en muchas ocasiones con gran éxito de crítica y público, y en un nuevo episodio del «cuerpo a tierra, que vienen los nuestros» que popularizó Rodolfo Martín Villa en tiempos de la UCD, podría ocurrir que algunos empiecen a colgarse las medallas de caballeros mutilados por el revanchismo de esta derecha extrema de la que tanto hablan los socialistas vapuleados en las urnas. La verdad es que no costaba nada esperar unos días, entrar con todo merecimiento en los despachos oficiales y empezar a pedir papeles. Así fue cómo Artur Mas en Cataluña descubrió que Montilla era algo más manirroto de lo que confesaba. Y si llegado el momento los papeles solicitados brillaban por su ausencia no quedaría otra que aplicar el verde y con asas, o blanco y en botella. Pero el centro-derecha español no se caracteriza, precisamente, por su habilidad en las estrategias y tácticas de comunicación. Y ahora tienen enfrente a un maestro curtido en mil batallas. Hagan un poco de memoria y recuerden las cuarenta y ocho horas previas a los comicios de marzo del 2004. Que hay que revisar las cuentas es evidente, pero no lo es menos que los mercados internacionales están con la escopeta cargada y tienen a nuestro país en el punto de mira. Con esto no estoy diciendo que no salga la verdad a relucir, simplemente apunto que hay que hacerlo con mucho tiento, no vaya a ser que quienes han ganado unas elecciones y van a ganar las próximas con toda probabilidad se encuentren ahora entre la espada de una economía que necesita mucha firmeza y seriedad, y la pared de todo un aparato de propaganda con unos meses por delante para, al menos, hacer dudar a un número importante de los que no tuvieron duda alguna hace 18 días.
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