El Carnaval más sangriento en Salvador de Bahía

«Terror en Bahía» no es una nueva película de serie B, sino el titular con el que abrían ayer varios diarios brasileños. Y es que la situación, con 115 muertos en las calles, «narcos» campando a sus anchas, turistas aterrados y policías enfrentados a militares, es como poco, dantesca. La crónica de un desastre anunciado comenzaba hace una semana, cuando la huelga de la Policía de Salvador de Bahía –que involucra a un tercio de los 31.000 policías– duplicó el número de homicidios y levantó una ola de saqueos y asaltos a dos semanas del inicio del Carnaval, que atrae a millones de turistas a este estado. Además del indulto, los policías militares en huelga exigen un aumento salarial del 50% y mejores condiciones laborales. Primero, las calles del centro histórico, el Pelouriño, se convirtieron en el principal escenario de los tiroteos. Más tarde, llegaron los militares, que tomaron la ciudad, trasladando los disturbios, robos y enfrentamientos a la periferia, donde todavía reina el caos.

El Gobierno de Dilma Rousseff ya desplegó 4.000 efectivos del Ejército, la Marina y la Fuerza Nacional de Seguridad para retomar el control de Bahía, el mayor contingente enviado hasta la fecha a una región brasileña para reforzar la seguridad. En medio de una gran tensión, 600 militares mantienen cercada la Asamblea Legislativa del estado de Bahía, ocupada desde la semana pasada por los agentes en huelga de hambre. El paro policial, que ya tiene antecedentes recientes en Brasil, ocurre por segunda vez en Bahía.

Además, las protestas podrían extenderse por todo el país con consecuencias nefastas para la imagen de Brasil, que en los próximos años acogerá el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos. Pero lo más urgente es desconvocar la huelga de cara al Carnaval. «Estamos en la vía de una salida negociada (...) El Carnaval se acerca y tengo la convicción de que llegaremos a un acuerdo», declaró el gobernador del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda, en el gobierno), Jaques Wagner. De hecho, las negociaciones se han intensificado en las últimas horas y podrían culminar en un acuerdo que permitiera a brasileños y turistas disfrutar la fiesta en paz.