París

«Venganza: conexión Estambul»: Frenético Neeson

Dirección: Olivier Megaton. Guión:Luc Besson, Robert M. Kamen. Intérpretes: Liam Neeson, Maggie Grace, Framke Janssen, Leland Orser. Francia, 2012 Duración: 92 minutos. Drama.

«Venganza: conexión Estambul»: Frenético Neeson
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No hay dos venganzas iguales, porque todo depende siempre del lado de la barrera desde el que te pille la historia. Pero el asunto empeora bastante cuando quien escribe el guión es el omnisciente y pesetero Luc Besson, que suele repetirse como el ajo. Y qué tristeza, porque el notable thriller que dirigió en 2008 Pierre Morel, un cineasta tan influido por el cine de justicieros urbanos que marcó los años 70, merecía una secuela mejor. O, cuando menos, potable. Pero ni Megaton (que así se llama quien ha realizado esta nueva película, aunque su apellido suene a pastelito de recreo) ni el protagonista, Liam Neeson (cuándo, nos preguntamos, aprenderá el actor a manejar una pistola como Dios manda) ponen demasiado de su parte para que el invento funcione. Cierto: la cinta, que ya recuerda más a un campechano «Frenético» de Polanski que esas producciones protagonizadas por Harry/Eastwood, no pita jamás con la misma fuerza que la anterior: tras rescatar a su hija, víctima de un secuestro en París, y ya retirado, el agente de la CIA Bryan Mills debe poner en práctica los trucos y argucias de la profesión para salvar de nuevo la vida de ésta y de su ex mujer, retenidas en Estambul por la banda que lidera el padre de uno de los albaneses que mató Mills en la primera película. Aunque se lo merecía, está claro. Las escenas de tiros y acción se suceden sin respiro (rodadas a cámara rápida, llegan a marear y pocas merecen una reseña destacable) mientras Mills cara de palo aprieta el cerco alrededor de los villanos para recuperar sanas y salvas a las dos mujeres. Hay resoluciones muy cuestionables (qué asombroso sentido de la orientación el de Mills en una ciudad extranjera y con los ojos vendados...) y falta la garra, el rabioso rencor de la precedente. Lo que, en fin, a Besson, el francés americanizado, le debe importar un pimiento: mientras las cuentas cuadren, habrá vendetta para rato.