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La ex vice coraje
Prueba de que este Gobierno y este país siguen siendo machistas es el poder omnímodo que tiene hoy Rubalcaba y que contrasta con el que nunca llegó a tener la ex vice De la Vega pese a meter tantas o más horas de trabajo de fontanería y hacer un papel idéntico al de éste: sacarle al presidente las castañas del fuego. Los Ejecutivos de Zapatero se han caracterizado por tener siempre una figura currante hasta lo sonrojante, por explotar a alguien públicamente como una suerte de escarnio nacional. De la Vega era la destajista oficial, la estajanovista chic del zapaterismo, pero su papel fue siempre modestito mientras Rubalcaba tiene poder y lo ejerce con ostentación. A De la Vega nadie la postuló como sucesora como se hace hoy con Rubalcaba. Aquí hay un clamoroso agravio comparativo que es homologable al que sufren la inmensa mayoría de las mujeres en la vida laboral: a igual trabajo que los hombres los que se llevan los méritos, los que chulean, los que sacan brillo y partido al puesto son estos últimos. De la Vega fue vice pero no la dejaron pavonearse ni le dieron la canchita pluriministerial que se le da a Rubalcaba. No la dejaron ser una primera fáctica que volatizara al propio Zapatero. Hizo un papel de sacrificada ama de casa del poder socialista, de «secretaria coraje», porque en España lo mismo que hay madres coraje hay hijas coraje y monjas coraje y secretarias ídem... La discriminación empieza por ese piropo envenenado –«coraje»– que significa: «Mujer que hace lo que nunca haría un hombre gratis».
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