La entrevista de Amilibia

Arturo Fernández: «Mentimos a la mujer para no perderla»

Con firma propia. Profesión: actor. Nació: en 1929, en Gijón. Por qué está aquí: protagoniza en el teatro Amaya (Madrid) la comedia. «Los hombres no mienten», de Eric Assous, premio Molière 2010.

Arturo Fernández: «Mentimos a la mujer para no perderla»
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–«Los hombres no mienten». Un título muy propio en tiempos de campaña electoral...
–Y en todo tiempo. ¿Hemos reflexionado lo suficiente sobre si decir la verdad no es la forma más rápida de acabar con un matrimonio?

–No me diga que mentimos por amor...
–Lo digo. El hombre miente a la mujer para no perderla. Si quisiera perderla, le contaría la verdad. O sea, que miente porque la ama. Es algo que a las mujeres les cuesta entender, no sé por qué. Y mire que yo insisto.

–Se dice que las mujeres mienten menos, pero mejor.
–Mienten muy sinceramente, con una sinceridad cautivadora. Y las creemos. Pero ellas no nos creen nunca a nosotros. Son incrédulas.

–A usted le creerán algo, es actor.
–Sólo me creen cuando miento en el escenario. En la vida real y a partir de cierta edad, conviene no mentir: te falla la memoria y te cazan en seguida.

–Le veo muy bien...
–Lo mío es de escándalo. Estoy en plena forma y es exagerado lo que me quiero. Eso es muy bueno: si te quieres a ti mismo, puedes llegar a querer incluso a la madre de tu mujer.

–Dicen que vamos a ser más pobres. Me cuesta imaginármelo pobre.
–No se lo imagine, quíteselo inmediatamente de la cabeza, que eso gafa. Yo no seré nunca pobre.

–Hombre, si la crisis dura, dura y dura...
–Yo vine al mundo cuando muchos se despedían tirándose por la ventana en Wall Street, en pleno «crack del 29». He sobrevivido a guerras, a posguerras, a la cartilla de racionamiento y a Zapatero. Estoy blindado.

–La comedia trata de la infidelidad en las parejas. Usted dirá que es fiel...
–Los hombres somos fieles hasta que otra mujer nos engaña con el arte de la seducción. La culpa de nuestra infidelidad siempre la tienen ellas.

–Yo diría que usted sólo ha sido fiel al teatro y a su sastre...
–Ja, ja, ja. Es verdad. Y al sastre siempre hay que deberle algo; si le pagas todo, no pega puntada, por la falta de costumbre.

–Quizá piense que le hemos dado demasiada importancia a la infidelidad...
–Sí, sobre todo a la de cintura para abajo; la infidelidad grave es la de cintura para arriba.

–¿Cuándo nota uno que empieza a decaer en la cosa amorosa?
–Cuando lo más excitante de tu día es el cacheo en el aeropuerto.

–Eso o ver a Elena Salgado hablando de la prima de riesgo...