Muere Rita Barberá

EL PERFIL: Honrado y leal

La Razón
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La Justicia es, en ocasiones, injusta; por lo menos en España. Ayer Camps se vio obligado a dimitir por lealtad a su partido, después de que el sistema judicial lleve más de dos años zarandeándolo de aquí para, allá para al final, tener el dudoso «honor» de ser el primer mandatario en ser procesado por un presunto «cohecho impropio». En estricta justicia, ¿cuántos antes que él deberían haber sido procesados? El presidente valenciano es un abogado tranquilo, un hombre educado que no ha perdido las formas en ninguno de los casi 1.000 días que lleva sintiéndose maltratado, porque se sabe inocente. Ha soportado la caza y captura como un señor y sufrido estoicamente los agravios que cada día pasaban ante él. El último, la exculpación del etarra «Iñaki de Rentería», porque el juez Pedraz no ha considerado suficiente que otro etarra le acusara de ser la persona que le ordenó prolongar el secuestro de Ortega Lara. «Sensu contrario», Flors le ha procesado porque prefirió dar más credibilidad a un sastre que elaboraba facturas falsas y que ha mentido que a los informes de la Agencia Tributaria y de tres peritos independientes. Y tampoco ha alzado la voz. Pero bueno, Camps es, como decía recientemente un compañero suyo, «un tío honrado», por lo que se marcha con la conciencia tranquila, con la seguridad de haber trabajado por su comunidad, a la que ha transformado y convertido en un referente, y con el cariño de la mayoría de los valencianos que el 22-M le volvieron a dar la mayoría absoluta. Ha situado a Valencia en el mundo, se ha esforzado para aumentar exponencialmente la producción de coches en su comunidad, por la Formula 1; no ha parado un solo momento pese a la cruz que ha llevado a cuestas. Se va con los bolsillos vacíos y con menos de lo que tenía cuando llegó a la política. Y quienes le conocen lo saben. Su familia ha penado con él estos años de suplicio y seguro que, en el fondo, respirará tranquila, porque ha terminado la presión. Ahora le queda el juicio en el que verá las caras de un jurado que no es profesional. Pero visto lo visto, quizás actúe con más justicia.