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La refundación
El Atleti necesita otro entrenador y muchas cosas más. Necesita otro equipo técnico, otra directiva y, en definitiva, una refundación. Desde que Jesús Gil se hizo dueño y señor del club, las decepciones han sido la tónica general. Por cada alegría, la afición ha tenido que llevarse mil berrinches. Por el banquillo del Calderón ha pasado medio mundo y las cosas han seguido más o menos igual. El número de proyectos roza el infinito y el Atlético ha ofrecido a sus seguidores por cada paletada de cal, toneladas de arena.
Las deudas se siguen acumulando al mismo ritmo que la frustración de la grada y nada hace pensar en que, aunque se cambie de entrenador y Manzano se vaya, que bien ganado se lo tiene, el club no seguirá a la deriva en el campo. No estamos ante un problema coyuntural, sino estructural y no caben más que dos alternativas, y las dos traumáticas. Cuando la burbuja del fútbol reviente, que reventará, no pocos equipos se van a quedar en la cuneta y el Atlético es uno de los candidatos a desaparecer. La golfería de la Liga de Fútbol Profesional, que lleva años tensando la cuerda de los derechos de retransmisión, va a provocar que todo este tinglado de intereses salte por los aires. Cuando llegue ese momento y las televisiones se planten, a más de uno se le va a acabar el chollo y habrá que plantearse muy en serio qué hacer con la mejor liga del mundo, que está en manos de personajes propios de la novela picaresca, cuando no de la negra. El día en que se acabe esa fiesta de millones virtuales y cuentas con más trampas que una película de chinos, los aficionados de un buen puñado de equipos tendremos que conformarnos con desempolvar el álbum de cromos de cuando éramos pequeños para recordar que hubo una vez un tiempo en que directivos, técnicos y jugadores tenían vergüenza torera.
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