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El sastre de Panamá por Julián Redondo

La Razón
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Para jugar un amistoso en Panamá, el Barça aporta ocho internacionales; el Madrid, tres. No es culpa de Del Bosque que en el Camp Nou apuesten por el producto nacional y en el Bernabéu por Modric y no por Cazorla. Acotación al margen: mientras las urnas no digan lo contrario, tan españoles son Piqué y Busquets como Iniesta y Villa.
Preguntado por los gustos del seleccionador, abrumadoramente azulgranas,Tito Vilanova no ha puesto objeción alguna. Lo ha entendido, es hombre de fútbol; pero habrá cruzado los dedos para que al final de la diáspora la enfermería no acoja nuevos pacientes. En este apartado, Mourinho ha tenido más suerte, Alemania le ha devuelto a Özil y Portugal a Ronaldo, por encontrarse ambos lesionados.
En Barcelona, que no en el F. C. Barcelona, se han levantado voces que han tildado a Del Bosque de caprichoso e insensible. Como si el seleccionador, al confeccionar la lista, pretendiera perjudicar al Barça para que el Madrid rebaje esos 8 puntos. Puede entenderse que para jugar un amistoso al otro lado del Atlántico contra una escuadra menor, llamar a casi media plantilla blaugrana es un lujo innecesario. Pero la cuestión es la orla de «La Roja»: campeona del Mundo y doble campeona de Europa. Quieren verla en Puerto Rico, Venezuela y Japón. Eso se paga y en todos esos países esperan al equipo A, no al B.
Para no jugar con los sentimientos de los aficionados locales, ni con la salud de los jugadores en préstamo, Del Bosque tendrá que meterse en el papel de Geoffrey Rush, aquel «Sastre de Panamá», espía de ocasión, que salvó el pescuezo convenciendo a los británicos de que la información que les pasaba de los panameños no era filfa sino fetén; como la Selección.