Cataluña
Salidos
Emakunde está salida. No busquen su anuncio en las páginas eróticas de los periódicos que se dedican a publicar reclamos sexuales. Emakunde es un instituto, así como suena. El Instituto de la Mujer del País Vasco. Ignoro la identidad de sus responsables y me trae al pairo mantener mi ignorancia. La cosa es la siguiente. Que el Instituto de la Mujer del País Vasco, el tal Emakunde –me recuerda a Kunta Kinte, no lo puedo remediar–, ha instado a los clubes de baloncesto que apliquen la norma de paridad e igualdad entre los dos sexos –para mí, que hay más–, y que en los ridículos conjuntos de «cheerleaders» que animan a los equipos durante los descansos, haya tantos hombres como mujeres. Emakunde, la salida, opina que de esta manera, también las seguidoras femeninas de los equipos de baloncesto tendrán alicientes, y no sólo los espectadores pertenecientes al sexo masculino. Lo que tendría que pedir la salida de Emakunde es la desaparición de las «cheerleaders», una majadera costumbre importada de América que nada aporta al deporte. Hace cincuenta años, aparecían las «cheerleaders» bailando sobre la cancha y el público rugía. Hoy no se fijan en ellas. Y si lo hacen –y esto debe de saberlo Emakunde–, es para disfrutar durante segundos de los instintos machorros que las pesadas de las feministas tanto deploran. Que Emakunde se dedique a pedir semejante gansada da a entender para lo que sirven los institutos de la mujer.
Claro, que no se quedan atrás los artistas creativos de algunos candidatos a las elecciones de Cataluña. Creativos y políticos, como Montserrat Nebrera, que apunta y no dispara, o la actriz porno María Lapiedra, que es el fichaje electoral más significativo de Joan Laporta. Les recomiendo que formen pareja para un futuro en cualquier local del Paralelo: «Laporta y Lapiedra». Los Ciudadanos de Albert Rivera acompañan a su dirigente en pelotas pudorosas.
Ellas se cubren con una mano las peras y con otra el complejo industrial, y ellos con ambas la fuchinga del entrepernil. Y el PSC de Montilla riza el rizo de la suciedad mental. Una chica experimenta un ruidoso y profundo orgasmo al introducir en la urna la papeleta con la lista encabezada por Montilla. Todo muy guarro y con ninguna relación con las elecciones, el futuro Gobierno de la Generalidad y el provenir de Cataluña.
De hacer las cosas, sin tapujos. Hay personas a las que gusta la exhibición del cuerpo. El duque de Bedford acudió a cenar a su club, el «Brooks & Boodles» sin corbata. El portero le mostró el artículo 9 del Reglamento Interno. «Los señores socios tendrán la obligación de llevar corbata para acceder al comedor». Bedford se disculpó y reconoció su error. Al día siguiente, el duque de Bedford apareció en el club con una elegante capa. Se la quitó e iba completamente desnudo con una corbata anudada al cuello. Cenó tranquilamente en porretas, y nadie osó criticar su heroica actitud. Claro que en Bedford rebosaba el ingenio y el humor y en estos no sobresale ni su obsesión por las cochinaditas. Me pongo en la piel de los electores catalanes y se me enrojece de urticaria colectiva.
Es lo que hay. Emakunde por un lado y la campaña electoral catalana por el otro. Todos más salidos que el culo de un mandril, dicho sea con el respeto que me merecen los mandriles. Y nosotros, aquí, con estos pelos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar