Teatro

Almería

Manolo Zarzo: «En Almería es donde más veces me han matado»

Manolo Zarzo: «En Almería es donde más veces me han matado»
Manolo Zarzo: «En Almería es donde más veces me han matado»larazon

En realidad, se llama Manuel López Zarza, pero su hermano mayor, con el que formó pareja artística, decidió que López era muy común y mejor que Zarza quedaba Zarzo: sonaba más varonil. Tiene 80 años, se hace un chequeo completo al año, está como un roble, no fuma ni bebe, y pasa horas leyendo, viendo la tele y regando las lechugas y tomateras de su pequeño huerto de chalé adosado en Pozuelo, el que se compró hace años con los dineros de sus buenos tiempos en las series de TV.

–Empezó en 1948 con «Los chavalillos de España»...
–Éramos veinte chavales de entre 15 y 16 años, el mayor era Caracolillo, el bailarín, que luego se casaría con Juanita Reina. Cantábamos y bailábamos. Mi hermano y yo éramos la pareja cómica. Gracias a «Los chavalillos» conocí España entera. Fue una gran escuela en todos los sentidos.
–Y en el 51, debut en el cine: «Día tras día», de Antonio del Amo.
–Recuerdo que hacía un papel precioso. Yo era un golfillo de barrio cojo, y un cura lograba que me operasen y así pudiera jugar al fútbol.
–No logra el éxito inmediato en el cine, tiene que esperar...
–Seguí con «Muchachos de España», porque ya no éramos chavalillos. Con nosotros estaba María de los Ángeles López Segovia, que luego sería Lina Morgan.
–Ahora los jóvenes quieren el éxito inmediato...
–Bueno, es lógico, ¿quién no quiere el éxito? Pero sí, es verdad: se levantan y ya quieren arrasar. Y casi todos los que se miran al espejo y se ven guapos o guapas ya quieren ser artistas. Y no saben vocalizar. A veces, en el cine, en la tele, no se les entiende nada. Hay jóvenes muy buenos, pero hay muchos que deberían dedicarse a otra cosa.

Desde el 56 no para de hacer cine. Su gran época llega con las coproducciones, cuando viaja mucho a Italia y trabaja con Marcelo Mastroianni, Monica Vitti, Alberto Sordi... «A veces pienso que tendría que haberme quedado en Italia más tiempo; caí muy bien allí, pero me tiraba la familia». En sus más de 60 años de cine fue policía, cura, gángster, torero, militar, etc. Recuerda los espagueti-westerns: «En Almería es donde más me han matado; me mataban por bueno y por malo; aquella era una torre de Babel: había italianos, españoles, norteamericanos, franceses... y cada uno decía sus frases en su idioma; menos mal que no había mucho diálogo». De las más de cien películas que hizo salvaría todas «porque en todas puse lo mejor de mí; me alegré de las buenas y aprendí de las malas; es básico saber aprender de lo malo».

–Hermano de Paco Rabal en «Juncal», marido de Concha Velasco en «Compañeros»... Tiene fama de llevarse bien con todo el mundo.
–Tengo buen carácter, y si alguien no me gusta, lo ignoro. En el cine es más fácil llevarse bien; en el teatro es otra cosa: hay más convivencia y se depende mucho del trabajo del compañero.
–Ochenta años. Algo tendrá de bueno esa edad...
–Llegar como yo a los 80 es una bendición de Dios: duermo bien, no tomo pastillas, veo y oigo estupendamente y no me duele nada, sólo un poco la ciática cuando hace mucho frío en invierno. Dejé el tabaco hace 24 años, nado y camino mucho. Y nunca me dio por la golfería. La verdad es que lo tengo fácil: no me gusta el alcohol.

Toda su familia es longeva. «Lo malo de los 80 es pensar a cada rato cuánto te queda, pero la muerte la tengo muy asumida; sólo pido al cielo una muerte rápida, un infarto y se acabó, para no hacer sufrir a los demás; lo firmaría ahora mismo». Está desencantado de la política y no cree en la justicia: «¿Cómo puede quedar libre después de un robo un tipo que ya lleva encima más de 40? Parece que nada tiene arreglo, que vamos al caos. ¿Sabe cómo me desahogo? Le grito al televisor cuando salen todas esas malas noticias, esos personajes impresentables».

–¿Qué tiempo recuerda con más agrado?
–Mi niñez, los comienzos en el teatro, cuando no me enteraba de cómo estaba el mundo.
–Hábleme de su presente.
–Hacía tres años que no me llamaba nadie; ahora he hecho una película, «Serie B», de suspense y terror. Y hace poco me han llamado para otra. Pero las cosas están muy mal. Dice Mario Camús que el cine español se acaba; yo no creo que se acabe, pero si no hay dinero, no hay cine. Y me duele mucho esa frase que oigo tanto: «No me gusta el cine español».

Se mira al espejo y no se cree la edad que tiene, goza de buen pasar porque ha sido hormiguita. No ha sido mujeriego («muchas se me han escapado vivas porque yo he querido»), pero es de siempre «mujerista»: «Me gustan porque son mejores y más listas que nosotros». Vive de su jubilación y su mujer sigue trabajando en una tienda de Serrano. No debe nada a nadie y nunca ha comprado a plazos.