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Un Abu Ghraib afgano

El polémico vídeo colgado en You Tube que muestra a unos soldados estadounidenses orinado sobre cadáveres de insurgentes en Afganistán levantó ayer la ira de los talibanes que lo calificaron de «inhumano» y «bárbaro». «El pueblo afgano va a odiar aún más a los invasores», sentenció en un comunicado el portavoz talibán, Zabiualah Muyahid.

Un Abu Ghraib afgano
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A las duras críticas se unió el presidente Hamid Karzai, que, tras condenar el vídeo, pidió castigar a los culpables por haber profanado los cadáveres. También la misión de la OTAN en Afganistán censuró en los términos más enérgicos la actitud de los soldados de EE UU. «Este comportamiento deshonra los sacrificios y el conjunto de valores de todos los miembros de una coalición de 50 naciones», denunció la ISAF en una nota.

A pesar de haber provocado la indignación en Afganistán, el portavoz talibán aseguró que el vídeo «no perjudicará» las conversaciones de paz ni el intercambio de prisioneros. Aunque hay que cogerlo con pinzas, el reconocimiento por parte de los talibanes de querer llegar a un entendimiento con la comunidad internacional abre una ventana a la paz en esta convulsa región de Asia central. «Para traer la paz y la estabilidad a Afganistán hemos incrementado nuestros esfuerzos políticos con el fin de llegar a un entendimiento con el mundo y resolver la presente situación», afirmó el movimiento insurgente en un comunicado a través de su página web, La voz de la Yihad.

No abandonan las armas
El primer paso a las negociaciones lo dieron a principios de enero con la apertura de una oficina política en Qatar. Sin embargo, una de las condiciones que imponen los talibanes para comenzar el diálogo con el Gobierno afgano y la comunidad internacional es no renunciar a la «yihad» ni a su ofensiva militar contra las tropas de la OTAN desplegadas en el país. «Este entendimiento no significa que abandonemos la yihad ni está vinculado a la aceptación de la Constitución de la administración del Gobierno títere de Kabul», esgrimió el grupo.

Precisamente, uno de los requisitos de Estados Unidos para integrar a los talibanes en el proceso de paz afgano es el de «deponer las armas», algo que no contemplan por el momento los talibanes. Asimismo, el reconocimiento de la Constitución afgana forma parte de los acuerdos para la reconciliación nacional. Bajo estas premisas se constituyó hace un año el Consejo Superior de Paz, una iniciativa del presidente Karzai que tuvo poco éxito. Tras el asesinato en septiembre de 2011 de Burjanudin Rabani, mediador de la paz en Afganistán, el proceso quedó en punto muerto. Aún así, la Administración de Obama ha proseguido con reuniones secretas con los principales líderes talibanes con el fin de alcanzar un acuerdo de paz antes de que concluya a finales de 2014 la retirada de las tropas de Afganistán. En estos encuentros privados se acordó la liberación de prisioneros afganos de Guantánamo y el FBI sacó de su lista negra al mulá Omar.

Por su parte, los talibanes debían comprometerse a continuar con las negociaciones políticas y, de hecho, la apertura de la sede en Qatar es una clara señal de que los talibanes están considerando una salida política a la guerra. Se espera que la próxima semana, Marc Grossman, representante del Departamento de Estado para Afganistán y Pakistán, se reúna con Karzai para obtener su aprobación sobre el diálogo con los talibanes. Habrá que esperar a ver si existen algo más que buenas intenciones.

«El hecho de que, por primera vez, el movimiento insurgente haya sugerido conversaciones de paz con Washington y Kabul sin exigir primero la salida de las tropas de EE UU es un gran avance», comentó a LA RAZÓN una fuente diplomática occidental en Islamabad, que advirtió de que las negociaciones «podrían fracasar» si Pakistán continúa siendo «un paraíso para terroristas». A su juicio, los talibanes «jugarán a dos bandas». «Algunos querrán negociar y otros querrán luchar», añadió la fuente, que auguró que la ofensiva talibán de la próxima primavera «será muy dura para las tropas extranjeras».